domingo, 2 de febrero de 2014

Haciendo historia.

He caminado, he andado, he vivido y he corrido un sin fin de templos en busca de verdades que nadie puede decirme, más que quedar intrigados, junto a mí, sobre las razones por las que el hombre se pierde entre cosas tan triviales como la comida, el alcohol, las drogas, y, por último pero no menos importante, el sexo. Me han contado que a los hombres nos gusta perdernos entre lo material de la vida y todo lo que puede llenarnos. Me han contado historias que me dejan pegado a sus voces del interés, y que me han servido para hacerme preguntas que terminan entre hojas y hojas de inspiraciones y palabras sinfín.
Me enteré por preguntas que la vida para muchos es la acción de disfrutar los momentos que pasas a cada instante, y que para otros es poder conseguir lo que quieres. Pero, el más sabio me dijo una vez, que la vida es, a lo largo del año, los encuentros carnales que pintas en los lienzos de las sábanas con una mujer, porque de ese encuentro la vida se crea y nace como consecuencia, y que por unos no querer vivir, él no va a permitir que la vida termine por simple sedentarismo de unos jóvenes desafortunados. Me ha contado, y me he enterado, que las mejores historias van con chaquetas pesadas y jeanes, y ocultan ropa de encaje.
A lo largo del recorrido de esas historias pude crear la mía propia, obviando la redundancia, de pintar en mi mente los miles de paisajes que he encontrado en la vida que he vivido. Y que no sale de mi cabeza la historia que me contaste, entre un antifaz y un vestido, de abusar de mi conciencia y mi ceguera, con el fin de tener control sobre mi mente por mil y un días después. Y vaya que lo lograste. Controlar al dominador con un meneo de caderas invisible, solo apreciable por ojos detallistas. Esa historia, tan aterradora, no sale de mi vida, y se mantiene en mi camino por mucho después del recorrer.
Mi historia no es más difícil de contar que cualquier otra, porque los hombres comunes no tenemos cosas imposibles que decir. Mi historia cuenta que un ser de otro mundo se encontró con un mortal, y que encantadísimo él, apretó la garganta para pedir que se acercara, aunque la lejanía que había entre sus rostros no era corriente, ya que un hombre común, no puede estar en varias partes a la vez. No como un ser de otro mundo, que puede estar en la vista y en la mente de cualquiera que se cruce en su camino. Mi historia cuenta que un mortal enamorado de una diosa, perdió la batalla con la razón, y ahora se encuentra perdido, en órbita con la luna, porque su cabeza se fue pensando en ella. Y que, como cualquier otro dios, esta estaba muy ocupada para acallar sus plegarias con un beso de buenas noches. Mi historia cuenta que las historias de amor entre vampiros y niñas son reales, pero que el amor que se siente por un ente que no es palpable, es un amor que termina en historias eternas, ya que cuando un mortal, le escribe a un ser particular, este será eterno, y en el por siempre de los por siempres, cuando los pueblerinos lean los versos de amor que se dio un escritor por un ser invisible, pensarán que estaba loco, pero que el ser existe.
Mi historia cuenta, que un mortal, un loco, y un enamorado, junto conmigo, pasaremos a la historia, porque la vida se nos fue a fin de año. Mi historia que cuenta que una diosa, un ser de otro mundo, una especie de maravilla, vivirá por siempre en la mente de los que lean cómo se pierde la vida, simplemente, por querer construir una historia. Y vaya que lo disfrutarán, así como este paisano disfrutó besar a la luna.