En un cuarto en una casa blanca, en una habitación con un piano en el
medio, un piano de color negro y madera maciza, yo lo estoy tocando y tú estás
acostada sobre el, estás oyendo las notas, una, dos, tres, cada una y mi voz
mientras canto una canción que compuse solo para ti, para nadie más oírla,
suena orquestal, de escalas Beethovenicas, y solo tú sabes lo que dice cada
tecla que piso.
Cuando dejo de tocar pongo tus piernas en dirección a mí y te
siento sobre las teclas del piano, y suena un horrendo sonido que nos hace
reír. Te miro a la cara, luego empiezo a besarte, a besar tus manos y tus
brazos y me levanto de la silla para besar tu cuello y a hacerte cosquillas, te
abrazo con fuerza y te beso a ti, beso tus labios con pasión musical,
Suenan notas orquestales en el cuarto y al ritmo de las cuerdas
gruesas te levanto, suenan los redobles y te acuesto otra vez en el piano, sube
el sonido de los violines y separo tus piernas y me pongo sobre ti.
Los dos acostados sobre el piano, besándonos apasionadamente al
ritmo de cualquier sinfonía. Hay una pausa y nos siento sobre el piano, cuando
quito tu camisa por completo y empieza a sonar la música otra vez, la música
suena a nuestro ritmo, somos los directores, es nuestra orquesta.
Tu empiezas a desabotonar mi camisa mientras yo toco tu sexo con
mis manos, cuando me quitas la camisa das un grito que se camufla con los
cellos del escenario
Me empujas para que esté acostado y te acuestas sobre mí, hay
silencio y me dices "sigue haciendo lo que hacías" y vuelvo a
tocarte, vuelve el sonido. Cada vez más hermoso, más potente, más melodioso.
Te levantas y me quitas los pantalones y pones tus piernas en mi
dirección y empezamos a probar nuestros miembros, saboreando el sabor de la
pasión en nuestras pieles.
Sientes mi lengua dentro de ti, y con cada gemido que haces más agudas
se vuelven las notas.
Te sientas sobre mí y me haces entrar en ti, yo viendo
sumisamente como diriges nuestra orquesta.
Empiezas a bailar tu cuerpo sobre mí, y yo de admirador, velando
tu cuerpo con mis manos y tú de directora haciendo sonar las voces de las
maderas y metales.
Cambiamos rol y te hago ser a ti la admiradora sobre el
piano y yo me convierto en el director, y te hago el amor sobre la fría madera
Empiezas cada vez más a sentirme dentro de ti, gritas piedad por
los redobles y las flautas que están bajando su ritmo y sonido, ahora soy yo el
director, y dirijo mis labios a los tuyos y te beso, con pasión y con mis manos
acaricio tus senos, las paseo por tu espalda recostada sobre la madera
Nos siento a los dos y sigo bailando tu cuerpo con un ritmo fuerte
que ni los mayores directores sabrían seguir, te hago el amor sobre el piano
que no deja de sonar junto a los otros instrumentos.
Toda la noche.
Luego de cambiar roles una y otra vez y hacer que cada sonido suba
y baje el tono nos detenemos y nos quedamos viéndonos, en tu sudor mezclado con
el mio, diciendo te amo, cada vez más y menos susurrado.
Luego de nuestro último beso y al vernos abrazados se oyen los
aplausos de espectadores que no están con nosotros. Aplausos que ni Chopin,
Mozart o Beethoven llegarán a recibir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario