lunes, 14 de mayo de 2012

Orquesta nuestra.


En un cuarto en una casa blanca, en una habitación con un piano en el medio, un piano de color negro y madera maciza, yo lo estoy tocando y tú estás acostada sobre el, estás oyendo las notas, una, dos, tres, cada una y mi voz mientras canto una canción que compuse solo para ti, para nadie más oírla, suena orquestal, de escalas Beethovenicas, y solo tú sabes lo que dice cada tecla que piso.
Cuando dejo de tocar pongo tus piernas en dirección a mí y te siento sobre las teclas del piano, y suena un horrendo sonido que nos hace reír. Te miro a la cara, luego empiezo a besarte, a besar tus manos y tus brazos y me levanto de la silla para besar tu cuello y a hacerte cosquillas, te abrazo con fuerza y te beso a ti, beso tus labios con pasión musical,
Suenan notas orquestales en el cuarto y al ritmo de las cuerdas gruesas te levanto, suenan los redobles y te acuesto otra vez en el piano, sube el sonido de los violines y separo tus piernas y me pongo sobre ti.
Los dos acostados sobre el piano, besándonos apasionadamente al ritmo de cualquier sinfonía. Hay una pausa y nos siento sobre el piano, cuando quito tu camisa por completo y empieza a sonar la música otra vez, la música suena a nuestro ritmo, somos los directores, es nuestra orquesta.
Tu empiezas a desabotonar mi camisa mientras yo toco tu sexo con mis manos, cuando me quitas la camisa das un grito que se camufla con los cellos del escenario
Me empujas para que esté acostado y te acuestas sobre mí, hay silencio y me dices "sigue haciendo lo que hacías" y vuelvo a tocarte, vuelve el sonido. Cada vez más hermoso, más potente, más melodioso.
Te levantas y me quitas los pantalones y pones tus piernas en mi dirección y empezamos a probar nuestros miembros, saboreando el sabor de la pasión en nuestras pieles.
Sientes mi lengua dentro de ti, y con cada gemido que haces más agudas se vuelven las notas.
Te sientas sobre mí y me haces entrar en ti, yo viendo sumisamente como diriges nuestra orquesta.
Empiezas a bailar tu cuerpo sobre mí, y yo de admirador, velando tu cuerpo con mis manos y tú de directora haciendo sonar las voces de las maderas y metales.
Cambiamos rol y te hago ser a ti la admiradora sobre el piano y yo me convierto en el director, y te hago el amor sobre la fría madera
Empiezas cada vez más a sentirme dentro de ti, gritas piedad por los redobles y las flautas que están bajando su ritmo y sonido, ahora soy yo el director, y dirijo mis labios a los tuyos y te beso, con pasión y con mis manos acaricio tus senos, las paseo por tu espalda recostada sobre la madera
Nos siento a los dos y sigo bailando tu cuerpo con un ritmo fuerte que ni los mayores directores sabrían seguir, te hago el amor sobre el piano que no deja de sonar junto a los otros instrumentos.
Toda la noche.
Luego de cambiar roles una y otra vez y hacer que cada sonido suba y baje el tono nos detenemos y nos quedamos viéndonos, en tu sudor mezclado con el mio, diciendo te amo, cada vez más y menos susurrado.
Luego de nuestro último beso y al vernos abrazados se oyen los aplausos de espectadores que no están con nosotros. Aplausos que ni Chopin, Mozart o Beethoven llegarán a recibir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario