¿Alguien sabe dónde
está?
Por ahí me contaron
que estaba perdida
En su propio mundo de
locuras y fantasía.
Donde la soledad es
mujer y el amor es poesía,
Una palabra que
conoce bien, al parecer,
Pero que antes de
ayer su léxico desconocía.
Ella bailaba y
corría, cantaba y reía,
Se escondía de la
poesía y le citaba cuando le veía,
Para que volteara, a
ver si se veían y sus miradas cruzaban,
Pero nunca pasó,
nunca se encontraban, aunque se conocían,
Ella y la poesía,
ella y la vida, que antes de mañana se le escaparía.
Era tanto el tiempo
que ella pasaba en su mundo de colores
Que confundió el
valor de la canción que cantaba,
Y al mezclar la letra
con otra tonada un bulto de odio se empacó en su mirada.
No de odio a alguien
en particular, sino de odio a la vida,
Que se le escapó,
junto con la poesía y el color del mundo en el que vivía.
Aunque no le quedaba
mucho le quedó suficiente.
Aún tenía sus saltos
de bailarina y su voz de ángel cantante,
El cuidado, el techo
y abrigo que brindaba su amante,
La joyería que tantos
le regalaron a su alegría,
Y otro montón de
cosas que ella quería.
No sé si ella se
conformaba con eso,
O si prefería la
poesía, o la vida,
O la soledad o la
alegría, pero, entre lo que tenía
Estaba un poeta que
de noche le escribía,
Y de día, con ella en
su mente vivía, hasta que se escapó su vida.
Hasta que su vida se
le escapó, en un viaje,
Donde el tiempo
infinito duraba un instante
Así que no había
tiempo que perder.
Ni en cantos de
llanto amargo, ni penas por venir
Ni juegos de ajedrez,
ni pensar para decir.
En esos momentos de
sus vidas, más que ellos mismos,
Los acompañaba la
soledad de cada uno.
Les acariciaban sus
cabellos y los hacían besarse,
Para perderse dentro
de la poesía y los cantos de los labios rojos.
Dentro del mar
adentro a descansar de los viajes,
Y de los escapes de
la vida.