Labios sellados, nada entra, nada sale. No dice nada la
puerta cerrada y la ventana no deja entrar el viento. No sabes lo que hay
fuera, sólo sabes lo que hay dentro. Cuánto tiempo ha pasado desde que
escuchaste la locura del silencio, que el reloj, con sus labios cerrados, no te
lo quiere decir. Tanto silencio hace hoy, como si fuese el clima, que el pasar
de los segundos no hace sonido alguno al dar vueltas con sus agujas. Ni los
pajarillos se atrevieron a asomarse es mañana, calmada, sola y triste, y en
silencio.
¿Escuchaste eso? Claro que no. Es el silencio, que se pasea
de rincón a rincón, en tu habitación y en tu mente. Personaje que se apodera de
lo que sientes y te hace solo pensar en él. Guionista de tus pensamientos y
director de tus andares de esta eterna noche. Caminante de Kilómetros y autor
de poesía desafinada, como la canción desesperada. Tanto artista y tan poco
material, en eso parece basarse este maestro de distintas materias de
enseñanza. Poco estilo, mucha sustancia, más silencio.
Se enciende la llama en el fondo del cuarto, y no se
escuchan los gritos de la vela al ser incendiada, ni los gemidos de la mujer al
ser devorada por aquél que no quieres sea su depredador. Puedes ver, pero no a
los lados de lo que no ves, pues está más oscuro este silencio que tener los
ojos cerrados en la penumbra de mi rincón. Ni la Luna es suficiente brillo para
este oscuro pasar. Y no me quiero levantar a caminar en silencio, que es lo que
le queda al alma, y a la calma esta noche, abordada de silencio.
A pesar de todo lo que una vez escuché, no supe que hacer
ante tanto silencio más que seguir callado o sollozar de risa para mis
adentros. Intentar brillar por la ausencia de algunos sentimientos y gritar con
los labios cocidos por el humo del cigarrillo el nombre que tanto quiero
pronunciar, que estaba presente en ese momento, y que su presencia multicolor
traía una conversación. Estaba de más llamar a alguien más, pues si nadie más
puede escuchar, ¿Cómo asegurar que lo dije? Para este momento, estoy loco, pero
sigo en silencio.
Necesito voltear y mirarte a la cara. Tus ojos oscuros no
brillan porque hoy la Luna está en mi cama. Tu cabello está confundido con la
oscuridad y tu respiración calmada es mi locura. No puedo tenerte callada entre
tanto silencio, y quiero alterar la calma de la oscuridad haciendo brillar tu
presencia. Ya está bueno de leer tus movimientos, y me toca ser la noche, ser
un animal, y lanzarme sobre tu calma, sobre tu cuerpo, sobre tu pecho y causar
un alboroto en tu ser, pero, en silencio.
No hagan ruidos, ya no estamos durmiendo, en silencio.
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