Lluvia eres, lluvia serás. La
lluvia constante que muestra el luto. La lluvia constante que trajo consigo la
soledad y la desdicha de la batalla perdida. Esa batalla que la constancia te
ha hecho seguir pero que el tiempo te dice que es relativa. La batalla que
libras en tu mente contigo y con lo que sientes, con lo que quieres y con lo
que buscas. Con tantas cosas que guardas para ti y que luchan por salir a la
luz. A la lluvia. Al llanto de los ángeles que lloran para ti en tu luto por
perder un espacio de ti, un ser de tu luz. La luz que vivió en ti, y que hoy ya
no encandila. La luz que es reflejada a través del agua y crea la imagen de un
arcoíris que no te pertenece.
Recuerda a la lluvia, recuerda a
las lágrimas. Recuerda que cuando llueve el suelo es resbaladizo y que puedes
caerte, y que la caída ya no depende de la altura sino de tus heridas. Ninguna
herida que tengas debes tomarla por menor, y ningún infarto que hayas sufrido
ha sanado por completo. A la lluvia no le importa lo que sientas en tu cuerpo
porque sabe que con tu mente le has llamado, y ella ha respondido a lo que
pides inconscientemente. Esa salida que buscas para que deje de llover. Ese
andar a oscuras que te asusta. Todo eso que antes veías pero que las lágrimas
han hecho borroso. Todo eso que antes no iba a morir, pero que con tu lluvia
has sentenciado.
La lluvia y el canto de los dioses.
La lluvia y los bailes de la vida. La lluvia y el dolor de las noches y tardes
perdidas en silencio, cuando cantabas de cosas que podían pasar pero que no
pasaban. Cuando llegaban personas a las personas que buscabas y estas te
miraban por encima del hombro y tú empezabas a llover. Esos tiempos en los que
llover era la mejor de las opciones, para sacar todo el ahogo del alma y de la
vida. Para que el cuerpo no se vuelva un diluvio mal posicionado y que el día
que llueva de verdad puedas sentarte a disfrutar de la lluvia. De su caída. De
su libertad. Libertad que no tienes porque la diste a manos del misterioso
destino. Del futuro que no sabes qué trae consigo.
Que llueva en el futuro. Que siga
lloviendo porque no sabes que pasa. Que el agua que derraman los que un día
fueron caiga sobre tu cabello, para que el peso de lo que sabes deje de ser
tanto. Que se vaya el peso de lo que lees a oscuras con el río desembocado en
el silencio, que tiene epicentro en el corazón que conoces y termina en el
océano de lo desconocido. Que la lluvia salga por tus desdichas y se vaya por
tus desdichas y por no saber admirarla, ya que no importa, porque nunca te alejarás
de ella, porque lluvia eres, y en lluvia te convertirás, para que puedas llover
sobre otros desdichados.