Me acuerdo de ti, y recuerdo que alguna vez me intentaste levantar, pero no te dejé, porque mis pies siempre han pertenecido a la tierra, y mi mente a las alturas, y a tu altura sentía que me ahogaba y que en algún punto me dejarías caer, aunque confiara más en tu fuerza que en mi voluntad de crecer.
Me acuerdo de ti y recuerdo andares entre playas y montañas, tomado de tus dedos, porque mi mano diminuta se hacía pedazos entre tu mano de gigante, mientras la colina se empinaba cada vez más mientras nos dirigíamos al fondo, o durmiendo a tu lado mientras veían televisión.
Me acuerdo de ti, y recuerdo las veces que volvías y te ibas, y volvías a volver y volvías a irte para volver siempre al final. Y siempre que regresabas, mi inocencia te preguntaba, "¿Y mi regalo?" y tú, con tu alzona voz de marinero decías, "Yo, todo entero" y a la salida de la puerta, mi "¿a dónde vamos?" se respondía con tu "A viejos."
Me acuerdo de ti, y recuerdo historias sinfín. Aburridas interminables, cortas e interesantes, alternadas, de viajes y de más. De autos y mujeres. De comidas y amanecer ebrio en las plazas. De tazas de café. De atardeceres en la camioneta. De todo lo que recorriste para llegar a donde estás ahora. De todo tipo de historias.
Me acuerdo de ti, y se me hace un nudo en la garganta, porque cómo puede ser posible que ahora que lo tengo todo, o todo lo que quiero, eres lo que me falta, y antes, que no tenía nada, tú abundabas en voces y en ronquidos. ¿Será que en realidad si eras viajero y viniste para irte, y volver después?
Me acuerdo de ti, y recuerdo que no estás.
Me acuerdo de ti, y mi corazón se rompe al saber que ya no soy tu favorito.
Lo peor de todo, es que me acuerdo de ti, y de que ya no eres tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario