Sé cargar mis palabras como lo haría con un revólver,
disparar a matar en la sensación de cuerpos desnudos con sus sentimientos a
flor de piel. Pero nunca aprendí a medir esas palabras para que salga algo
fructuoso de ellas.
El otro día pensaba en escribir para la chica que amo
palabras que la hicieran sentirse más amada de lo que está todos los días, pero
las palabras no salían de mis manos, no tenía esas ganas de escribir, porque
cuando vas a escribir algo así tienes que sentirlo y no imponerlo.
Intentaba que las palabras rimaran, que los sonidos fueran
especiales y que cada sentencia tuviera una imagen visible en su significado,
pero nada salió. Estaba encerrado en palabras vacías hasta que me dije a mí
mismo “Deja de pensar un rato”.
Dejé de hacerlo, fue un rato largo, un rato de 2 días tal
vez, no tengo noción de tiempo cuando en pensar en ella se trata. Pensaba
frases de canciones, pero estoy algo cansado de que algunas de las cosas que le
digo sea porque una canción lo haya dicho. Pensaba en poemas que una vez leí,
no muchos, pero no dignos de usar estrofas para escribirle.
Hoy desperté con ganas infinitas de besarla, quise escribir
de eso y salió una oración que me encantó “Tus labios y los míos, en peleas
interminables por dominar los labios que ya sabemos que nos pertenecen. En
peleas que no tienen final pero aun así peleamos, aunque sabemos que ambos
somos ganadores.”
Desperté con esas ganas enormes de darle buenos días y salir
sabiendo que la primera persona que saludé hoy en la mañana es la misma de la
que me despido al final del día, y al pensar en eso quería escribir más y más,
escribí en un papel “Despertamos en las mañanas acompañados de sabanas que
fueron campos de batalla inestables. Con declives y desniveles que subían y
bajaban, y yo lo único que hacía era admirar el sueño de mi contrincante.”
Y cada palabra que escribí hoy en los tiempos ocupados la
sentí y me hizo sonreír. Siempre que puedo escribir algo que me hace sentir
bien me hace sonreír, casi parecido a cuando la veo, solo que cuando la veo la
sonrisa es eterna aunque no se demuestre.
Cerraré cada palabra con impecabilidad, y que cada oración
tenga un significado, del más llano al más complicado, y que al final de cada
párrafo muerdan sus dedos del sentir que tendrán porque la razón por la que
busco escribir es la misma, hacerla sentir más amada de lo que está.
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