domingo, 27 de mayo de 2012

3000 Horas.


De nada sirve estar sentado escribiendo y escribiendo. Página por página, palabra por palabra, gastando mis hojas y mis lápices, borrando y borrando, buscando un sentido a un parafraseo en un párrafo vacío. Que nada tenga coherencia y todo sea lo mismo, que no haya una inspiración tan grande que te prometa un buen palabreo, o al menos, la distracción del desahogo en tus palabras, mientras las imprimes lentamente en el papel.
Puedo estar sentado en mi escritorio, horas y horas, mirando a la hoja, mirando al techo, mirando por la ventana, y no escribiré más que el título de un nuevo cuento. Un cuento vacío, tan vacío como yo por dentro, tan fallo de sensación que ni el más crédulo y desentendido podrá asociarse con él.  Nada es tan inspirador como antes, no encuentro ese no sé qué que tienen las musas de los dioses, o las novias de los peores escritores. Por eso todo es así, vacío.
Pasarán las mañanas, tardes y noches. Pasarán los días, las semanas y los meses. Pasará la gente, pasará la lluvia, pasará el azul del cielo, y yo seguiré aquí, bajo mi sabana o en mi silla, con mis ojeras, mi caja de cigarrillos, mis ideas confusas y mis deseos. Pasarán muchas cosas y yo seguiré aquí. Sentado en mi piedra, con la lluvia sobre mí, esperando a que alguien aparezca y me aliente a seguir. A caminar con ella y aprender a vivir.
Pasarán muchas cosas, pasarán las estaciones. La primavera vendrá y se irá, las flores nacerán y morirán, o serán arrancadas por los niños enamorados de los colores, que regalarán los retoños a sus amigas enamoradas. Se armará y romperá el tiempo, se callará y seguirá hablando el silencio, los vidrios y ventanales caerán para que yo los levante, pues seguiré aquí, sentado en mi pared, buscando no caer. Sin importar sobre qué escriba, seguiré aquí.
Pasarán 3000 horas, yo seguiré esperando a que unos ojos brillantes violen mi alma de un parpadeo. Que unos labios finos besen los míos y me saquen de mi melancolía. Que una piel blanca se mezcle con la mía en su desnudez. Que juguemos a que nos queremos y que no podemos perder. Que no hace falta seguir esperando algo que me inspire, que podré escribir, por más tiempo y las 3000 horas que pasé sentado pensando, las compensaré jugando a que su cuerpo es mío, y sin importar qué, será por otras 3000 horas.

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