miércoles, 23 de mayo de 2012

Aprende, luego muere.


Sé qué me depara el futuro cercano. El futuro cercano me trae más lágrimas inservibles, un enemigo inútil en mi vida, una casa que no será visitada por un corazón que me importe y otra caja de cigarrillos mentolados, más cancerígenos que el resto de los que he fumado, y con mejor sabor que muchas de las comidas que he probado hasta ahora.

No vivo de recuerdos, lo sé porque no dejo que me estanquen, pero por mi memoria y mi persona no puedo evitar recordar. Cada segundo que pasa algo me trae un muerto recuerdo de una vida que duró lo que dura una mujer en criar en su barriga a un bebé. Cada pensamiento que tengo no puedo evitar asociarlo, pues soy una persona propensa a los traumas, y que no olvida cuando está despierta.

Hoy no he hecho más que ir a mi universidad, saludar con hipocresía a algunas personas, comer comida dañina y fumarme la vida de dos en dos. Nada en mis días va a ser igual, la vida no vendrá con ella a saludar, y ya no me importa. Prefiero estar mi encierro que vivir de nuevo sus verdades que luego se convirtieron en mentiras.

No me queda mucho más que sentarme a pensar, recordar sin ganas de hacerlo, seguir adelante a pesar del recuerdo e imaginar, sólo imaginar como sería volver a pasearme por su desierto cuerpo. Yo y mis ganas de morir, yo y mis ganas de morir pero antes vivirla una vez más, vivir sus labios finos y lo delgado de su cuerpo, encima del mío en abrazos interminables y besos incomparables.

Qué fácil es vivir de sueños, lo vuelvo a decir, y no me canso. Es más fácil ignorar que seguir buscando una verdad, y por la ignorancia también vuelve la felicidad. He ahí a todos esos creadores de mentiras, que se aprovechan del desconocimiento de la gente y con eso son felices, y la gente también lo es. Por eso, al no saber, sé que seré feliz de nuevo.

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