Sé qué me depara el futuro cercano. El futuro cercano me
trae más lágrimas inservibles, un enemigo inútil en mi vida, una casa que no
será visitada por un corazón que me importe y otra caja de cigarrillos
mentolados, más cancerígenos que el resto de los que he fumado, y con mejor
sabor que muchas de las comidas que he probado hasta ahora.
No vivo de recuerdos, lo sé porque no dejo que me estanquen,
pero por mi memoria y mi persona no puedo evitar recordar. Cada segundo que
pasa algo me trae un muerto recuerdo de una vida que duró lo que dura una mujer
en criar en su barriga a un bebé. Cada pensamiento que tengo no puedo evitar
asociarlo, pues soy una persona propensa a los traumas, y que no olvida cuando
está despierta.
Hoy no he hecho más que ir a mi universidad, saludar con
hipocresía a algunas personas, comer comida dañina y fumarme la vida de dos en
dos. Nada en mis días va a ser igual, la vida no vendrá con ella a saludar, y
ya no me importa. Prefiero estar mi encierro que vivir de nuevo sus verdades que
luego se convirtieron en mentiras.
No me queda mucho más que sentarme a pensar, recordar sin
ganas de hacerlo, seguir adelante a pesar del recuerdo e imaginar, sólo
imaginar como sería volver a pasearme por su desierto cuerpo. Yo y mis ganas de
morir, yo y mis ganas de morir pero antes vivirla una vez más, vivir sus labios
finos y lo delgado de su cuerpo, encima del mío en abrazos interminables y
besos incomparables.
Qué fácil es vivir de sueños, lo vuelvo a decir, y no me
canso. Es más fácil ignorar que seguir buscando una verdad, y por la ignorancia
también vuelve la felicidad. He ahí a todos esos creadores de mentiras, que se
aprovechan del desconocimiento de la gente y con eso son felices, y la gente
también lo es. Por eso, al no saber, sé que seré feliz de nuevo.
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