Hace más de una eternidad que te busco, eres la llave de mi
mente, del cuerpo de mi ser, no espiritual y no físico, sino general. Te busco
porque siento que me tengo encerrado en un cuarto de paredes colosales, con una
ventana abarrotada con dirección al cielo, y una puerta de acero inoxidable,
con una cerradura del metal más duro del planeta, y una hendija para ti, eres una
llave de aspecto y forma única, no replicable.
Mi ser solo es libre cuando apareces, y no apareces porque sí, sueles
aparecer porque te busco y busco como a nadie puedo buscar. Te busco en mis
tierras, y en mis tierras no estás, no físicamente al menos. Te busco en los
mares de mis tierras, en los mares no te encontraré. Te busco en los cielos del
mundo, nunca te he encontrado ahí, y aunque pienso que no estás, o que vuelas
muy alto y no puedo alcanzarte por lo capaz que eres de subir para hacerme
seguirte, o pienso yo que es así.
Siempre decido buscarte en los sitios menos pensables,
siempre imagino que estás en llanos y en prados, en playas y montañas y en
cuevas oscuras en las que nunca estás y nunca estarás por miedo a no
encontrarte más con la luz, pero, solo imagino que estás ahí. No sé porque
nunca se me ocurre buscarte en el sitio en el que siempre sé que estás, al
final siempre estás ahí, escondida entre muros y muros alejados de mis tierras.
Siempre estás a otro piso térmico que vale la pena recorrer y hacer camino para
hallarte, pasar del agobiante calor al punzante frío de las áreas desconocidas,
solo para encontrarte y sacarme de ese cuarto y verme en libertad, libertad que
no gozo, a pesar de que la tengo.
Todos tenemos ideas de libertad, de aires de libertad y de
rebeldía, de hacer no por hacer, sino porque te nace hacerlo y lo quieres hacer
con todo lo que tienes encima de tu cuerpo, hasta el punto en que tus ropajes
se separen de ti, solo por ser libre y poder respirar ese aire que tanto
anhelas sin ninguna atadura al mundo habitual y monótono en el que llegues a
habitar.
Mi aire de libertad es simple y es complicado, es real y es
ficticio, es común y raro hasta el punto de que no te esperas algunas de las
cosas que pasarán. Es un aire que me rodea y me hace sentir ligero, que puedo
volar y atravesar todo lo que se me ponga en frente sin romperlo ni causarle
ningún rasguño. Me hace sentir que me separo de todo, de lo carnal, de lo
espiritual y me convierte en energía pura, capaz de dar vida todo lo que esté
muerto, un aire que me hace pensar cómo se siente ese tal Dios en su trono, y
cómo me siento yo en mi mundo libre.
Pero el detalle de ese aire de libertad que tanto me encanta
es que no es libre, irónico, pero cierto. Está encerrado, está junto a mí en el
cuarto, escondido del mundo, donde la única llave que puede abrir la puerta eres
tú.
¿Qué llave es? Pregunta mi conciencia, otra vez. Es una
mujer hermosa, delgada y de facciones hermosas, que solo ella puede entrar por
la hendija de la cerradura de la puerta de acero inoxidable que me tienen preso,
esa hendija, o mis oídos, como quieras llamarle. Una mujer con vida, una mujer
que tiene la capacidad de hacer lento el tiempo, volverlo relativo o
adelantarlo con un abrir y cerrar de ojos, con una simple palabra. Una mujer
que decide, que está y no está, pero que al final siempre estará para liberarme
por completo. Pero que al final, también tiene mi “problema de libertad”.
La última vez que nos liberamos de nuestras cadenas, nos
volvimos energía positiva y negativa, energía que viajó sobrevolando los
océanos, navegando las tierras y caminando en los cielos. Nos volvimos ases de
luz en el cielo, de distintos brillos y texturas, que cuando chocaban se
volvían una forma abstracta luchando por tener forma y un espacio en el mundo.
La última vez que nos liberamos fuimos felices, viajamos de
tu prisión a nuestra libertad, paseamos por rincones en los que suelen pasear
las almas perdidas, las almas presas, las almas torcidas, las que tienen un
brillo enorme, y las almas enamoradas, que recorren las cuevas del mundo
tomadas de las manos. Conciencia pregunta cual alma fuimos, fuimos todas las
almas. Somos todas las almas y a la vez ninguna y una alma.
La última vez que nos liberamos fue durante tiempos eternos
que sí acabaron, pero que tiempos fueron, que vida es y que agradable es el placer
de ser libre junto a Ti.
La próxima vez que nos liberemos, será el fin del tiempo
como la vida lo conoce, porque dejará de ser el tiempo y será nuestro tiempo.
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