sábado, 28 de julio de 2012

Admiración.


Me gusta el resplandor en su piel cuando la luz le toca,
Y el sonido de su voz cuando cruza por mis oídos.
También cada vez que llaman a mi puerta,
Y cada vez que salgo puedo verle de nuevo.

Me gustan los distintos olores que emana,
Las miles de cosas que tiene para mostrarme,
Los colores que veo que en ningún otro lugar están
Y la armonía, eso ha sido de lo mejor.

Mirar hacia arriba y ver que solo hay cielo,
La libertad y otros detalles que encuentro.
Lo cálido de la luz del sol y el viento,
El grito más perfecto que he escuchado.

Me gusta cada vez que el día está gris y las tormentas acechan.
El estruendo de los truenos, los más poderosos.
Cuando llueve y no hay escape del agua.
Cuando todos temen, y yo admiro.

Es la primera vez que le escribo, y será la única.
Las palabras se cortan por no tener tanta experiencia,
Pero prefiero esto que un balbuceo.
Hoy me dediqué a admirar lo que hay detrás mi pared.

¿Alguna vez has admirado la naturaleza?

sábado, 21 de julio de 2012

Todo esto.


Esto es un pensamiento que se ha vuelto costumbre, una mala costumbre. Esto será un palabrerío moldeado para ser una dedicación, con destinatario particular. Ese es un búho parado en la rama, mirando hacia mi ventana, pensando en como poder entrar. Viéndome fijamente, haciéndome velar la salida.
Este es el silencio que nunca sabremos romper, no incómodo, pero sí presente. Estos son los olores con los que ocultábamos lo real, haciéndonos olvidar, tentándonos a pecar. Esta foto fue uno de mis sueños, el sueño que fue una vez Europa, y Europa, tan lejos que estás, que no pasas por donde estamos tus admiradores.
Este es el malverso forzado a fracasar al no llegar por las malas. Esta depresión nocturna que tanto golpea a mi puerta y duerme conmigo. Esa pequeña sonrisa tan llamativa y liberada. Esa vocecita afable que contesta con mi nombre o un amor. Esa bailarina perdida en el desentendimiento que baila al mundo para encontrarse.
Este descontrol mental que encuentro desde que llegaste…
Esta es una de las mentiras convertida en estilo de vida, adoptada como hija de mí ser. Esa era mi libertad que ahora es rutina encerrada y presa con llave en el cajón. Y esa es la chica que pintaba sus labios, esos labios vestidos de color rojo, ese rojo que se sentía como pasión aquella vez que lo besé… esos besos con sabor a confusión.
Ese océano de misterios y cinismo, por el cual hemos navegado tantos días. Esa máscara de comedia y tragedia, acompañada de esa capacidad de hacernos reír y llorar. Ese cambio de temperatura cuando te acercas a mí, lentamente y con tu peculiar presencia, y luego, ese cambio de densidad que pasa cuando te vas.
Esa normalidad que veo venir con tu partida, que no quiero admitir que vi venir. Ese inesperado vacío que empiezo a sentir sin que lo que acontece haya comenzado. Esta profundidad que sin esperarlo has alcanzado, que hasta huesos pienso que has tocado, y que luego de tocarlos, te retiras. Al menos, esta vez me alertaste y puedo imaginar tu cara de despedida.
Este común sentimiento que encuentro cada vez que te vas…

viernes, 20 de julio de 2012

Variados: Facundo Cabral -La canción de Cabral-

"Me gustan los que se callan y me gustan los que cantan y de tanto andar conmigo me gusta lo que me pasa.
Me pasan cosas que cuestan, aunque no tenga importancia andar contándole a todos... todas las cosas que me pasan.
Porque uno no vive solo y lo que a uno le pasa le está sucediendo al mundo, única razón, y causa, pues todito es tan perfecto porque perfecto es Dios, que se muera alguna estrella cuando arranca una flor, por eso si hay una, hay dos.
Supe del diablo la noche que al hambriento dije "no" y también esa noche supe que el diablo es hijo de Dios.
Ando solo por la vida con un tono y dominante modestamente cantoso y pretensión de enseñar, porque si el mundo es redondo... no sé que es ir adelante. Andar y andar, siempre andando, nada más que por andar.
No vine a explicar al mundo, sólo vine a tocar. No quiero juzgar al hombre, al hombre quiero contar.
Mi condición es la vida y mi camino, cantar ¡cantar! y contar la vida, es mi manera de andar.
 Un día llegué a Tandil y conocí a un anciano que a falta de inteligencia se le dio por ser listo, le pregunté por Jesús, una noche al lindo viejo, y ahí mismo lo conocí, cuando me alcanzó un espejo.

Yo bailo con mi canción y no con la que me tocan, yo no soy la libertad, pero sí el que la provoca.
Si ya conozco el camino para que voy a andar al costado, si la libertad me gusta para que voy a vivir de esclavo. ¡Elegir...! yo siempre elijo más que por mí, por mi hermano y si he elegido ser águila fue por amor al gusano.



Prefiero seguir a pie y no en caballo prestado, alguien por una manzana... para siempre quedó endeudado.
Siempre se llega primero el que va más descargado. El día que yo me muera no habrá que usar la balanza pues para velar a un cantor, con una milonga... alcanza.
Doy la cara al enemigo, la espalda al buen comentario, porque el que acepta un halago empieza a ser dominado. El hombre le hace caricias al caballo, para montarlo.
Perdón si me propasé y me puse moralejo, nadie puede dar consejos, no hay hombre que sea tan viejo.
Me pongo el sol al hombro y el mundo es amarillo.
Me gusta andar, pero no sigo el camino pues lo seguro ya no tiene misterio. Me gusta ir con el verano muy lejos, pero volver donde mi madre en invierno y ver los perros que jamás me olvidaron y los caballos y los abrazos que me dan mis hermanos, me gusta, me gusta, me gusta..."


-Facundo Cabral-

domingo, 1 de julio de 2012

Cuando me vuelvo la muerte.

Te molestas, me molesto. Te vas, yo me quedo esperandote con la puerta abierta para que entres otra vez, juguemos a que nos queremos y durmamos llenos de felicidad, para que al amanecer el nuevo día te vayas como sueles hacerlo, y yo me quede esperando a que vuelvas a aparecer. Y al romper la noche otra vez, volver a nuestro campo de batallas donde cada palabra es una bala y cada sensación un arma distinta. Todo esto que siente, tan incomprensible, tan marcado de lo que una vez fue vida.
La luna llena se asoma por la ventana, te ve a la espalda y cuenta los huesos de tu columna. Así como lo hacía yo con la mano cada vez que volteabas. Pero todas las noches que dabas vuelta, esas noches las pasaba en vela. Contando las secciones de tu espalda hasta que quisieras voltear a verme los ojos de nuevo. Y yo con mi cara triste te sonreía, sin importar qué. Y tú sonreías de vuelta, y esa parecía mi señal de perdón, aunque de qué le sirve eso al corazón, si volverás a darte vuelta.
No importan qué día sea, yo sigo de pie siguiéndote los pasos, cuidando cada uno de ellos. Hasta que llegues a tu destino donde puedes dormir tranquila, y yo me vaya lleno de ira a mis pilares que tocan el cielo, suba el sinfín de escaleras hasta ver el día de nuevo para poder dormir hablandole al sol. A la hora que tu despiertes, a esa hora dormiré yo. Evitando cada palabra, cada emoción. Excepto la soledad, que dañó mi camisa, mi cinturón y mi pantalón, junto con lujuria y otros personajes que frecuentan mi ser.
Cuando me vuelvo la muerte las cosas dejan de ser importantes. Asesinar con la mente cada una de  las palabras, todas y cada una de las sensaciones. Sellarlas a presión en mentes de otras personas. Volver mundano cada recuerdo y quitarle lo especial a los colores del cielo, esos colores que una vez me hiciste ver, sin saberlo. Sin importar qué, yo sigo de pie, siguiéndote los pasos, esperando a que llegues a tu destino. Cuidándote de aquellos que miran más de lo que deben, y matando a las emociones en el camino. Eso hago cuando me vuelvo la muerte. Tal vez siempre soy ella, y por eso no lo notas.