lunes, 24 de diciembre de 2012

"Recuerdos", le llamó mi mente. Yo, no le di nombre.


Buscar inspiración en las canciones debería ser un delito penal entre los escritores. Aunque una frase acompañada de un arpegio pueda llenarnos de vida, mejor es omitir por completo el que lo que queremos decir lo digamos por algo ya dicho, por alguien más. Por un cantante. Así sea que exprese lo que quieres decir, mejor sería que dedicases la canción a poner bajo tu puño y letra algo dicho por alguien más. Te lo digo, y no eres la excepción. No puedo llevar con las manos la cuenta de cuantas veces su música, la música que a ella le gusta, las canciones que sonaban en sus oídos, te inspiraron a escribirle decenas y decenas de frases y páginas y páginas repletas de palabras, que aunque nuevas o repetidas, de todo lo que por ella sentí, siento y creo, sentiré.
Leerte de nuevo. Leer lo que antes eras, oh, la nostalgia. Ese es el constante error. Es inspirador, pero no es nuevo. No es innovarse. Es seguir donde sigues en lugar de seguir un nuevo camino. Es buscar en el pasado lo que hoy no tienes… fue un terrible error visitar tus navidades pasadas. Esa época decembrina en la que nos leíamos como si fuésemos buenas noticias, y hoy, nos leemos porque no hay más que leer. Aquél tiempo en el que nuestras palabras eran placer, y nuestra música, tú música, era nuestra vida, y hoy, es sólo una mísera parte de lo que somos. Qué recuerdos los que vives esta noche, que desde hace tanto tiempo se habían quedado durmiendo, pero, que por leernos de nuevo, has despertado.
Aquellas canciones que antes eran hoy son el dolor de los días, sumados a la fría y cruel indiferencia de sus ojos color azabache.
Qué cruel es la humanidad y nuestras eternas ganas de enamorarnos o encontrar a alguien que nos ame. O ambos. La soledad no es fácil, y Soledad es amorosa. Amarla es difícil, pero peor, y más duro, es olvidar lo que te dijo el fantasma de las navidades pasadas, el recuerdo de tu perfecto tiempo, junto al ser para el cual fuiste perfecto, pero que hoy, eres solo un recuerdo. Un recuerdo que no está incluido en su lista de recuerdos perfectos. Conocer a una persona tanto como te conoces a ti es doblar lo que sabes hasta lastimarte la vida. Recordar que te ibas, y recordar que volviste. Recordar que se fue, y recordar que volvió. Recuerdos que ya no importan. Saber, a la final. Saber es un arma de doble filo que corta con más fuerza el lado que empuñas que el lado que usas para atacar, y ella, sus recuerdos, son filosos, y te cortan la piel por todas partes. Qué recuerdos.
¿todas las noches son noches de recuerdos? ¿O esta noche en particular, este 22 de diciembre, te hace recordar más? Cómo no recordar todo lo que has hecho desde ese, tan importante, punto de tu vida. Desde ese día parece que tienes una verdadera capacidad de recordar. Recuerdas cada instante, cada paso, cada día y lo que hiciste en su nombre. Su nombre. Ese todo. Ese nada. Ese nombre tan perfectamente compuesto. Ese nombre con tantos significados para ti. Esta noche. Esta noche la luna está hermosa y Luna está ausente. Este tiempo vacío, que llenabas con tus palabras y las suyas. Este diciembre. Esta hoja. Este sentimiento. Que vacíos son todos. Estos recuerdos… qué afilados, y, esta sangre… tan llena de sabiduría y de cosas que no sabes…
“Deberías estar orgulloso de tenerme” Dijo mi mente.

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