Buscar inspiración en las canciones debería ser un delito
penal entre los escritores. Aunque una frase acompañada de un arpegio pueda
llenarnos de vida, mejor es omitir por completo el que lo que queremos decir lo
digamos por algo ya dicho, por alguien más. Por un cantante. Así sea que
exprese lo que quieres decir, mejor sería que dedicases la canción a poner bajo
tu puño y letra algo dicho por alguien más. Te lo digo, y no eres la excepción.
No puedo llevar con las manos la cuenta de cuantas veces su música, la música
que a ella le gusta, las canciones que sonaban en sus oídos, te inspiraron a
escribirle decenas y decenas de frases y páginas y páginas repletas de
palabras, que aunque nuevas o repetidas, de todo lo que por ella sentí, siento
y creo, sentiré.
Leerte de nuevo. Leer lo que antes eras, oh, la nostalgia.
Ese es el constante error. Es inspirador, pero no es nuevo. No es innovarse. Es
seguir donde sigues en lugar de seguir un nuevo camino. Es buscar en el pasado
lo que hoy no tienes… fue un terrible error visitar tus navidades pasadas. Esa
época decembrina en la que nos leíamos como si fuésemos buenas noticias, y hoy,
nos leemos porque no hay más que leer. Aquél tiempo en el que nuestras palabras
eran placer, y nuestra música, tú música, era nuestra vida, y hoy, es sólo una
mísera parte de lo que somos. Qué recuerdos los que vives esta noche, que desde
hace tanto tiempo se habían quedado durmiendo, pero, que por leernos de nuevo,
has despertado.
Aquellas canciones que antes eran hoy son el dolor de los
días, sumados a la fría y cruel indiferencia de sus ojos color azabache.
Qué cruel es la humanidad y nuestras eternas ganas de
enamorarnos o encontrar a alguien que nos ame. O ambos. La soledad no es fácil,
y Soledad es amorosa. Amarla es difícil, pero peor, y más duro, es olvidar lo
que te dijo el fantasma de las navidades pasadas, el recuerdo de tu perfecto
tiempo, junto al ser para el cual fuiste perfecto, pero que hoy, eres solo un
recuerdo. Un recuerdo que no está incluido en su lista de recuerdos perfectos.
Conocer a una persona tanto como te conoces a ti es doblar lo que sabes hasta
lastimarte la vida. Recordar que te ibas, y recordar que volviste. Recordar que
se fue, y recordar que volvió. Recuerdos que ya no importan. Saber, a la final.
Saber es un arma de doble filo que corta con más fuerza el lado que empuñas que
el lado que usas para atacar, y ella, sus recuerdos, son filosos, y te cortan
la piel por todas partes. Qué recuerdos.
¿todas las noches son noches de recuerdos? ¿O esta noche en
particular, este 22 de diciembre, te hace recordar más? Cómo no recordar todo
lo que has hecho desde ese, tan importante, punto de tu vida. Desde ese día
parece que tienes una verdadera capacidad de recordar. Recuerdas cada instante,
cada paso, cada día y lo que hiciste en su nombre. Su nombre. Ese todo. Ese
nada. Ese nombre tan perfectamente compuesto. Ese nombre con tantos
significados para ti. Esta noche. Esta noche la luna está hermosa y Luna está
ausente. Este tiempo vacío, que llenabas con tus palabras y las suyas. Este
diciembre. Esta hoja. Este sentimiento. Que vacíos son todos. Estos recuerdos…
qué afilados, y, esta sangre… tan llena de sabiduría y de cosas que no sabes…
“Deberías estar orgulloso de tenerme” Dijo mi mente.
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