Han pasado muchas cosas. Han pasado perfumes, han pasado
miradas, han pasado comidas, sonrisas, besos, abrazos, golpes, caricias,
regaños, bebidas, cigarrillos, andares y caminos. Han pasado los pasos que he
dado de puerta en puerta buscándote cada vez que te escondes y encontrándote a
cada instante, sin tener que buscarte, porque te tengo presente en cada
momento, incluso cuando me distraigo, porque te has metido tanto en mí, como yo
en ti, que no puedo dejar de decir que te pienso cuando estoy ocupado, y cuando
no estoy ocupado, no hago más que pensar en ti. Porque me concentro contigo en
mi mente, y cuando me desconcentro, es porque te veo acostada en la habitación
que he llamado ‘subconsciente’.
Y es que te has vuelto tanto por todo esto que ha pasado que
no me puedo evitar entristecer cuando te alejas aunque sea quince minutos, o
tiempos enteros cuando sé que no te veré a cada instante del día. Y no por
costumbre, sino por necesidad. Sino por
comida. Sino porque quiero que cada momento sea el momento de tenerte para mí y
para más nadie, de poder comerme tus labios y de poder oler tu piel. De poder
embriagarme con tu aliento, y de poder perderme en la desnudez de tu cuerpo.
Quisiera tener el poder de poder hacerte mi espacio, más que el sitio a donde quiero
llegar, de dónde salgo y a donde voy a parar en cada momento de mis días. Tanto
ha pasado que te has vuelto mi hogar, mi lugar favorito, y donde quiero
descansar después de manejar tanto y por tantas semanas.
Y que me atrapen las noches y me lleven los días a donde
quieran siempre que sea contigo, porque es que poco a poco te has vuelto tanto
mi todo que no sabría qué hacer si me pierdo y no es a tu lado, o en tu boca, o
en tus ojos y tu cuerpo y todo lo que me hace perderme cada vez que te veo fijamente
y me pregunto todas las preguntas que se le pueden a hacer al subconsciente.
Que me lleve la vida a donde le dé la gana a la divinidad que te puso en mi
camino con una seguridad tan difícil y un andar tan rápido para mis pasos. Y
que tu ansiosa prisa nos lleve lejos, y nos haga adentrarnos en mares y
montañas, selvas y ríos, y nos hagamos de paisajes tan de ensueño que nuestros
días sean cuadros pintados por las manos de los mismos dioses que dieron vida
al arte, y a sus musas, su razón de pintar, así como tú, la razón de mis
sonrisas, y de la liviandad que me llena y me hace volar a cada instante.
Perderme donde quiera que vaya tu aliento y tu voz, con tus
besos y los versos de mis labios. Y perderme en un recorrido infinito por tu
espalda. Por tus piernas. Por tu cuello y tu mirada. Ahogarme en el olor de tu
piel y en el sabor de tus labios. Llevarme al más profundo sueño con las
caricias de tus manos, y despertar con los más perfectos buenos días. Perderme
contigo en el cielo de la noche, irme de viaje con la vida que eres tú. Con mi
hogar de la mano, que también eres tú, y con todo tú y todo de ti hasta el
final.