lunes, 19 de agosto de 2013

Viaje universal.

Un paseo usual por el pasado se convirtió en una risa secreta y en una melodiosa canción.
Caminaba por las habitaciones de la casa, donde una vez fue nuestra luna de miel, o nuestro dulce pecado, y encontré una silueta en la cama, y una risa callada. Una sábana doblada y una figura desfigurada. Torcida, pero acomodada. Inquieta, revuelta entre la cobija del colchón. Cubriendo su desnudez y mostrando pudor en una sonrojada sonrisa. Una almohada mojada de sudor y un olor a perfume y pasión. Un baúl de emociones. Todo, en un solo paseo. Todo en un recuerdo. Todo en una acción.
Recordé que su canción sonaba por todas las paredes. Y que su sonrisa se paseaba por toda mi cara. Que su esbeltez se encontraba con mis manos y que mi voz desafinaba con sus caderas. Que paseaba mis deseos por sus cabellos y me esposaba a sus muñecas, y que con un suspiro de su aliento el mundo se tendía en un profundo sueño, y en su ombligo el centro del espacio daba un baile hacia su final. Toda la vida aminaba hacia un holocausto universal. Y en sus escasos lunares todas las estrellas giraban en desorden cronológico y horario, chocando entre ellas y entre mis labios, y sus labios, y sus besos y sus manos. Y su sonrisa, mordiendo firmemente el espacio que había entre su boca y la mía.

Y encontrándome de nuevo entre el deseo y la razón, y el amor y la pasión atemporal que siento por su aliento, y la adicción de sus senos y el olor de su cabello, hice un desorden en mi mente al admirar el brillo de la finura de su figura y terminé por enloquecer en la falta de oxígeno y la penumbra del espacio. Con el brillo de un sol a kilómetros de distancia, miraba cómo la tierra giraba, para estar al tanto de la hora, y las deshoras que llevaban mis ojos despiertos ante su presencia, hasta que con su cabello vendó mi mirada, y tuve que ceder mi cordura a sus deseos, y terminar cayendo en un limbo eterno, entre la vigilia y el sueño, entre sus golpes y sus gemidos. Entre la vida y la muerte del recuerdo de su cuerpo, y entre la cordura y la locura de amarle hasta no poder. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario