domingo, 17 de junio de 2012

Por siempre y para siempre, y hasta el fin de los tiempos.


Siempre solo, siempre triste. Todas las noches las pasa en vela, caminando en la sala de su casa, de lado a lado, baldosa por baldosa, dejando sus huellas en la cerámica y en un vaivén sin sentido. Cambiando de ánimos constantemente, queriendo creer que puede mejorar. Siguiendo mis pasos en un círculo eterno y perfecto. Por toda la eternidad.
Cada vuelta dada es un minuto de vida malgastado, dejando los pasos marcados en el suelo, luego sentándose en él a pensar, y pensar. ¿Por qué tanto mal? ¿Merezco las sensaciones? ¿Merezco la pena? Viene la lujuria junto al hambre. Las ganas de salir disparado por la puerta de metal, imaginando que de verdad no dejaría nada tras de él.
Siempre solo, siempre lo mismo. La mesa llena de botellas vacías y las cenizas camufladas en el  blanco y negro del suelo. Con pies hinchados de tanto caminar, en la sala de estar que quería bautizar junto a ti. Los relojes no se detienen y las alarmas no dejan de sonar. No pide un minuto de silencio, no quiere paz. Quiere presencias en la casa, quiere tu olor paseando por mi habitación.
Que silencio tan asesino, que ruidos tan insoportables. No hay nada que no rompa el silencio de un grito, y hay veces que el que escucha cosas es él, el mal servidor. ¿Qué pasa con esta casa? ¿Qué pasa con este caminante? ¿Qué pasó con el mal vividor? Está viviendo peor, en su camino. Eso es lo que pasa. Y yo lo veo desde su techo, y él cree que está solo.
Siempre triste, siempre abandonado por los demás. Cada vez que lo recuerde sentirá más la soledad, la lujuria y el calor. Siempre lo ahogarán los recuerdos del amor que una vez dio, que una vez le dieron. Siempre recordará aquél 22 de febrero, que tocó por última vez las pieles de su amada. Luego volverá a fechas olvidadas por todos, incluso por la susodicha tocada.
Siempre estará consigo mismo, hablándose al oído. Siempre compartirá sus labios con la misma persona, siempre compartirá su tiempo con la vida que no usa. Al final seguirá su camino o lo queda de él. Porque para seguir mis pasos, tendrá que morir primero, luego renacer como un vagabundo. En un cuerpo que no conozca, con un pasión distinta.
Siempre solo, siempre olvidado. Todo gira entorno a la presencia, a cómo se desenvuelva como conversador. Siempre a girará entorno al mal amor. De ahora en adelante comerá cigarrillos y los rodará con alcohol, dormirá con resaca y dolor y su único compañero seré yo. El vivo reflejo en el espejo, que tanto la ama, que cuando lo ve recuerda sus palabras.
Un día despertará en brazos de una persona que no conoce, con dolor de cabeza y reproche. Con ganas de salir corriendo de mi habitación a encontrarse con el teléfono que le habla con las manos. Saludar de vuelta al corazón que no le pertenece, y que sin importar qué, seguirá siendo su favorito. Seguirá siendo otro perdedor que fue asesinado en batalla por un camarada.
Siempre solo, siempre acompañado, siempre triste, siempre olvidado, siempre lo mismo. Siempre. Nunca encontrará eso que busca, nunca vivirá de nuevo eso que lo hace vivir. Nunca saldrá del círculo eterno en el que camina, nunca será victorioso. Nunca volverá a verse en el espejo sin recordar esos paseos. Siempre será un perdedor, siempre estará solo. Por siempre y para siempre, y hasta el fin de los tiempos.

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