Siempre solo, siempre triste. Todas las noches las pasa en
vela, caminando en la sala de su casa, de lado a lado, baldosa por baldosa,
dejando sus huellas en la cerámica y en un vaivén sin sentido. Cambiando de
ánimos constantemente, queriendo creer que puede mejorar. Siguiendo mis pasos
en un círculo eterno y perfecto. Por toda la eternidad.
Cada vuelta dada es un minuto de vida malgastado, dejando
los pasos marcados en el suelo, luego sentándose en él a pensar, y pensar. ¿Por
qué tanto mal? ¿Merezco las sensaciones? ¿Merezco la pena? Viene la lujuria
junto al hambre. Las ganas de salir disparado por la puerta de metal,
imaginando que de verdad no dejaría nada tras de él.
Siempre solo, siempre lo mismo. La mesa llena de botellas
vacías y las cenizas camufladas en el
blanco y negro del suelo. Con pies hinchados de tanto caminar, en la
sala de estar que quería bautizar junto a ti. Los relojes no se detienen y las
alarmas no dejan de sonar. No pide un minuto de silencio, no quiere paz. Quiere
presencias en la casa, quiere tu olor paseando por mi habitación.
Que silencio tan asesino, que ruidos tan insoportables. No
hay nada que no rompa el silencio de un grito, y hay veces que el que escucha
cosas es él, el mal servidor. ¿Qué pasa con esta casa? ¿Qué pasa con este
caminante? ¿Qué pasó con el mal vividor? Está viviendo peor, en su camino. Eso
es lo que pasa. Y yo lo veo desde su techo, y él cree que está solo.
Siempre triste, siempre abandonado por los demás. Cada vez
que lo recuerde sentirá más la soledad, la lujuria y el calor. Siempre lo
ahogarán los recuerdos del amor que una vez dio, que una vez le dieron. Siempre
recordará aquél 22 de febrero, que tocó por última vez las pieles de su amada.
Luego volverá a fechas olvidadas por todos, incluso por la susodicha tocada.
Siempre estará consigo mismo, hablándose al oído. Siempre
compartirá sus labios con la misma persona, siempre compartirá su tiempo con la
vida que no usa. Al final seguirá su camino o lo queda de él. Porque para
seguir mis pasos, tendrá que morir primero, luego renacer como un vagabundo. En
un cuerpo que no conozca, con un pasión distinta.
Siempre solo, siempre olvidado. Todo gira entorno a la
presencia, a cómo se desenvuelva como conversador. Siempre a girará entorno al
mal amor. De ahora en adelante comerá cigarrillos y los rodará con alcohol,
dormirá con resaca y dolor y su único compañero seré yo. El vivo reflejo en el
espejo, que tanto la ama, que cuando lo ve recuerda sus palabras.
Un día despertará en brazos de una persona que no conoce,
con dolor de cabeza y reproche. Con ganas de salir corriendo de mi habitación a
encontrarse con el teléfono que le habla con las manos. Saludar de vuelta al
corazón que no le pertenece, y que sin importar qué, seguirá siendo su
favorito. Seguirá siendo otro perdedor que fue asesinado en batalla por un
camarada.
Siempre solo, siempre acompañado, siempre triste, siempre
olvidado, siempre lo mismo. Siempre. Nunca
encontrará eso que busca, nunca vivirá de nuevo eso que lo hace vivir. Nunca
saldrá del círculo eterno en el que camina, nunca será victorioso. Nunca
volverá a verse en el espejo sin recordar esos paseos. Siempre será un
perdedor, siempre estará solo. Por siempre y para siempre, y hasta el fin de los tiempos.
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