Tu cuerpo ha caminado constantemente.
Esos ojos que antes no miraban a la oscuridad han comenzado
a hacerlo por querer a lo desconocido.
Tus labios que antes besaban a la vida sin problemas ahora
besan la muerte con lujuria.
Tus manos que antes perseguían su espalda dejaron de tener
rumbo, y ahora se quedan acostadas.
Tu camino ha dejado de ser cierto para volverse un juego al
azar en el que te equivocas sobre las cartas que llegarán.
Abrazaste con tus brazos sin fuerzas la idea de que nada es
cierto. Y luego lo soltaste para entrar a un nuevo lugar.
Caminaste en círculos por décadas en un desierto infinito,
creyendo que algo te esperaba cuando dejaste de andar.
Al ver que no veía por la niebla de sus emociones te
adentraste en su búsqueda, sólo para perderte, para perderlos, porque la niebla
se comió sus ojos.
Te llenaste la boca de despojos, de palabras vacías, y
seguiste dando un discurso repetitivo y sinfín sobre cómo todo es mentira.
Excepto tu ceguera, sordera y falta de voz.
En su partida se llevó todo de ti, y lo que dejó fue dolor.
Dolor a ti, dolor a tu valor, haciéndote creer que vales menos, cuando eres el
centro del valor en sí.
A llevarse tu voz cambiaste tus palabras. Al llevarse tus
ojos miraste a los espejismos de felicidad. Y al poblar tus oídos de frases
ilusorias dejaste de escuchar a quienes de verdad te hablaron.
Cambiaste la mayor parte de tu vida por creer que así te
liberarías. Y esperaste a que cayera de una altura gloriosa para poder
levantarlo, en lugar de ayudarlo a seguir subiendo.
Perdiste la gloria y la eternidad aun no llega. Pero no
debes preocuparte, pues tienes la eternidad para esperar a que llegue.
Puedes seguir andando aunque sepas que te has perdido, pero
no importa, en lo misterioso y desconocido encontrarás un camino.
Y al final, ese camino te ha de llevar a la página que tiene
lo que quieres leer. Y luego de eso, podrás dejar de caminar tanto y
acompañarnos en mi eternidad, y al final dormir en Paz.
Extrañamos verte dormir.
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