miércoles, 26 de diciembre de 2012

La nueva parada.


Piel color lienzo sin pintar. Blanca como el deber ser de la belleza europea, con un desteñido color de presencia, que resalta una belleza tan admirable como cualquier escultura hecha por los mejores artistas. Oculta por un ropaje oscuro como la noche y resaltante como el color. ¿Qué es lo que no quieres mostrar que escondes tras tus retazos de disfraz, señorita Soledad?
Tu lienzo manchado de tinta indeleble, combinada con formas y colores que deseo recorrer a través de la desnudez de tu presencia inexistente. Qué imaginación la que me han dado tus fotografías. Nada potencialmente destructivo, pero suficiente para llevarme a la locura con la presencia de tu imagen, y con el sonido que hacen mis labios cuando dicen tu nombre.
“ojos violadores” porque no cabe otra descripción a la forma y el color de sus ojos. Grandes como monedas de 5 de las antiguas y brillantes como diamantes. Pero lóbregamente oscuros, como el maquillaje que hacen las plumas de los cuervos, y tal vez, pero no sé, igual de peligrosos que estas bestias voladoras. Quiero saber, ¿Si me miras, me matas, señorita Soledad?
Tus cabellos, negros, como la noche, y largos, como el invierno. Que nunca han empezado a acercarse a mi mirada y se mantienen en la lejanía de las montañas, acompañando a la vida que llevas y a tu desconocida imagen por las tierras que habito, hacen de mi noche, oscura como tus ojos y tu cabello, una constante imaginativa. Más de eso no ha de ser. Qué imaginación la mía.
Oh, es como haberse enamorado de una fotografía. De tu fotografía, mejor dicho imposible. Qué cosas las que conoces y qué cosas las que tienes para decir. Qué voces saldrán de tus labios rojos y afilados y qué sabor tendrán tus besos. ¿Sangre por su color o metal por su imagen? Desde que vi tu sonrisa inmóvil en ese marco, imagino que las navajas de tus labios son la mezcla del dolor y el placer. El dolor de tenerte y perderte, tal vez, acompañando al placer de haberte tenido.
¿En dónde te encuentras y dónde no estás? ¿Qué cosas puedo imaginar para que salgas lentamente de mi mente y te materialices en mi espacio? Seas parte de mis tierras y me acompañes a explorar la lejanía y lleguemos de vuelta tus tierras, en las que soy capaz de perderme por tu belleza. Qué palabras salen de mis labios pensando en ti, en tu nombre.
Podría inventarte una historia para conocerte mejor, pero es tan difícil ser yo, con esta imaginación de primera, segunda y tercera, que no sale de mirarte congelada entre mis manos y un cristal. ¿Qué harás ahora en esta noche tranquila? ¿Peinarás tus cabellos que simulan la noche? ¿Violarás a alguien con tu mirada? ¿Cantarás con tus labios a alguien o algo en especial?
¿Qué pensará tu mente de los demás, señorita Soledad? Bueno, no importa, pues no hay más que imaginación hasta que llegue la ocasión de saber más sobre tu presencia, tus labios y tu cuello. Tu vientre de paloma y tu delicado vuelo, con tus marcas de arte en tu cuerpo y mis manos, sintiendo cada uno de tus deseos lentamente, hasta alcanzar con lo que imagino desde que te vi.
¿Dónde está la parada para ir a hacer que dejes de ser imaginación?

lunes, 24 de diciembre de 2012

"Recuerdos", le llamó mi mente. Yo, no le di nombre.


Buscar inspiración en las canciones debería ser un delito penal entre los escritores. Aunque una frase acompañada de un arpegio pueda llenarnos de vida, mejor es omitir por completo el que lo que queremos decir lo digamos por algo ya dicho, por alguien más. Por un cantante. Así sea que exprese lo que quieres decir, mejor sería que dedicases la canción a poner bajo tu puño y letra algo dicho por alguien más. Te lo digo, y no eres la excepción. No puedo llevar con las manos la cuenta de cuantas veces su música, la música que a ella le gusta, las canciones que sonaban en sus oídos, te inspiraron a escribirle decenas y decenas de frases y páginas y páginas repletas de palabras, que aunque nuevas o repetidas, de todo lo que por ella sentí, siento y creo, sentiré.
Leerte de nuevo. Leer lo que antes eras, oh, la nostalgia. Ese es el constante error. Es inspirador, pero no es nuevo. No es innovarse. Es seguir donde sigues en lugar de seguir un nuevo camino. Es buscar en el pasado lo que hoy no tienes… fue un terrible error visitar tus navidades pasadas. Esa época decembrina en la que nos leíamos como si fuésemos buenas noticias, y hoy, nos leemos porque no hay más que leer. Aquél tiempo en el que nuestras palabras eran placer, y nuestra música, tú música, era nuestra vida, y hoy, es sólo una mísera parte de lo que somos. Qué recuerdos los que vives esta noche, que desde hace tanto tiempo se habían quedado durmiendo, pero, que por leernos de nuevo, has despertado.
Aquellas canciones que antes eran hoy son el dolor de los días, sumados a la fría y cruel indiferencia de sus ojos color azabache.
Qué cruel es la humanidad y nuestras eternas ganas de enamorarnos o encontrar a alguien que nos ame. O ambos. La soledad no es fácil, y Soledad es amorosa. Amarla es difícil, pero peor, y más duro, es olvidar lo que te dijo el fantasma de las navidades pasadas, el recuerdo de tu perfecto tiempo, junto al ser para el cual fuiste perfecto, pero que hoy, eres solo un recuerdo. Un recuerdo que no está incluido en su lista de recuerdos perfectos. Conocer a una persona tanto como te conoces a ti es doblar lo que sabes hasta lastimarte la vida. Recordar que te ibas, y recordar que volviste. Recordar que se fue, y recordar que volvió. Recuerdos que ya no importan. Saber, a la final. Saber es un arma de doble filo que corta con más fuerza el lado que empuñas que el lado que usas para atacar, y ella, sus recuerdos, son filosos, y te cortan la piel por todas partes. Qué recuerdos.
¿todas las noches son noches de recuerdos? ¿O esta noche en particular, este 22 de diciembre, te hace recordar más? Cómo no recordar todo lo que has hecho desde ese, tan importante, punto de tu vida. Desde ese día parece que tienes una verdadera capacidad de recordar. Recuerdas cada instante, cada paso, cada día y lo que hiciste en su nombre. Su nombre. Ese todo. Ese nada. Ese nombre tan perfectamente compuesto. Ese nombre con tantos significados para ti. Esta noche. Esta noche la luna está hermosa y Luna está ausente. Este tiempo vacío, que llenabas con tus palabras y las suyas. Este diciembre. Esta hoja. Este sentimiento. Que vacíos son todos. Estos recuerdos… qué afilados, y, esta sangre… tan llena de sabiduría y de cosas que no sabes…
“Deberías estar orgulloso de tenerme” Dijo mi mente.

martes, 11 de diciembre de 2012

Esta noche es una de esas noches...


Mi cuarto es una obra de destrucción e inquietud que da a entender a mucha gente porqué estoy tan lleno de ira y porqué mis inquietudes. Aunque yo no veo cómo mezclar la falta de pintura de mis paredes o el exceso de polvo de mis estantes con mi personalidad, que aunque tranquila, se altera con la misma facilidad que tiene el agua cuando lanzas algo muy grande, y muy pesado, en su semblante. Hoy es una de esas noches en las que escapar sería mejor que estar dentro de mi seguro aposento. Lo pienso así porque afuera el aire es más puro que la humedad agobiante de mi habitación oscura y mal organizada.
Esta no es la noche que escogí para efectuar un cambio en mis días. Esa noche fue hace uno, o dos días. Pero esta noche en particular es una de esas noches que me hace respirar hondo y añorar los días de un pasado año en el que mi felicidad era compartida por el ser más perfecto que encontré en la vida que vivo en la actualidad y que no ha cambiado esa posición desde que un día creí amarle hasta que supe que si no es amor, es lo más parecido a ser parte de alguien. Me duele tanto esta noche que pienso cosas que me hacen aguar mis ojos. Pienso en los besos más hermosos dados a la vida y la admiración más fuerte siendo practicada a una persona.
Esta noche es una de esas noches en las que mis manos se descontrolan e intentan martillar todo lo que no puede ser roto por una fuerza tan simple como mi fuerza física, pero sí rotas por empeño y voluntad que es lo que siempre he tenido en cuanto a seguir el camino que creo correcto y que siento así. Aunque destroce mis manos lentamente a golpes con las paredes y el suelo de algunos lugares, eso no me detendrá para escribirle todo lo que le escribo y contarle con mi guitarra todas las cosas que pasan. Porque todo mi mundo es su ser, y todo el mundo quiero contar y cantar. Gracias a Facundo por esta línea y por la noche de comprensión.
Esta noche es esa noche en la que no puedo evitar pensar que se me fue parte de mi vida tras un sueño que no es más que un sueño común, que cualquier persona puede soñar y seguir, pero que yo en vez de querer seguir soñando quiero vivir aunque no sea esa la realidad. Quiero saber lo que es vivir un sueño de verdad y llevar de viaje a la vida conmigo al sinfín de escenarios que planteé en cada uno de mis viajes oníricos, donde la Luna es persona y el Mar es su cuerpo, y yo soy un navegante sin rumbo más que navegar las aguas de su eterna presencia. Mi sitio adecuado siempre será ese, entre mi Barca, mi Mar y Mi Luna.
Esta noche… no es mi noche… esta noche es la noche del deseo. Del recuerdo. Del placer. De las ganas de vivir alimentándome de la vida de la autora de mi mente, que me impulsa a escribir tantas palabras. Que alimenta mi mente con las imágenes que tengo de su perfecta escultura, delgada y esbelta, y de sus labios cantores que me liberan de la vida y me dan una nueva. De sus ojos color azabache y de su cabello negro como la noche, y largo como el invierno. De su piel color café y caramelo. De su vida risueña que me libera de toda angustia. De su presencia de diosa. De todo lo que he deseado en la vida. De todo lo que he soñado para mí. De toda mi vida en realidad.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Andar y andar, siempre andando, nada más que por andar.


No tengo deseos de competir por nada de lo que hoy no tengo. No tengo un título por el cuál competir pero tengo con qué competir contra los que tienen el título. Y me han dicho que tengo todo para poseer ese título por el que no he luchado, pero que le hago competencia los que tienen que luchar por él. Es gracioso como juega el mundo este juego de gladiadores al darle habilidades que son capaces de romper tus sueños a la mitad más uno a gente que no desea usar esas habilidades para pelear contigo.
No tengo ganas de levantarme de la cama espantar a correteos al deseo matutino de encontrarme con las cosas con las que soñé la noche anterior a pesar de que sean ilusiones de la mente lineal en lugar de ser realidades a las que puedo estar atento. A la vida que puedo estar atento. Es parte del deseo el que sea algo imaginario, y parte de la realidad es que esté presente. Eso me dio a entender que eres un ser ficticio y real por más incoherente e irreal que sea esa, digamos, afirmación. No tengo una palabra para describirlo… qué irreal es eso.
Nací con ganas de explorar al mundo por lo que me han contado las personas que me han visto transitar en él. Me han contado que mis piernas aunque flojas como ellas solas y, coloquialmente, morsas como sólo ellas saben serlo han caminado tanto este mundo que cuando dejaron de hacerlo fue porque ya se habían paseado por toda tierra que debieran de pasearse y lo único que quedaba era caminar hacia lo que necesitan. Divertidas las cosas que dice la gente, y ganas no les faltan de señalar las cosas que hacen y decírtelas, aunque las sepas.
Y otra cosa nata en mí es el ser egoísta y luchar por lo que quiero de verdad. Mi egoísmo en la vida ha sido tanto que todas mis tierras, a las que puedo llamar amigos, son mis tierras y de más nadie y tanta ha sido la lucha por mis tierras que poner un pie, sin mi permiso, en ellas es cortar tus sueños a la mitad más unos cuantos pedazos de lo que fue tu vida una vez. No es tanto una amenaza como un cartel en la entrada del camino que he recorrido al pasar de los años y al rosar de los labios y el sentir cálido de los abrazos que me dan mis hermanos y los besos que me han contado en secreto mis amantes.
“Andar y andar, pero, ¿Qué estamos esperando?” Me pregunté una vez, y la respuesta que obtuve más clara fue “Nada, sólo hay que seguir andando” y he andado tanto por ese mismo camino que me sé de memoria el trayecto de ir y venir de estar bien y estar mal y de tumbar el sinfín de paredes que encuentra el ser, al ser agobiado por el monótono sonido del silencio y la soledad que solo es rota cuando el marinero saca fuerzas de sí mismo para seguir andando con su barca en ese mar de tormentas que llamamos existencia y vida del ser.
La lección que aprendí de tanto caminar es que al llegar a mi hogar, o a mi sitio predilecto, me esperan las sonrisas hogareñas de las personas que quiero y el amor y el calor del cuerpo sereno, de paisajes ilimitados que pinto en mi mente y plasmo en el lienzo de su lisa espalda para poder ver una y otra vez los miles de caminos que he andado desde que aprendí a conocer y desde que terminé de luchar para vivir esas tierras a las que llamo mis tierras, y esa Luna a la que llamo mi inspiración, y otros nombres infinitos como la distancia que hay entre la tierra y la Luna. Que esa distancia la sé. Y eso sí que lo sé.

martes, 4 de diciembre de 2012

"¿Por qué? ¿Qué te falta?"


Hace falta más. Hace falta empeño. Hace falta todo eso que me falta para poder conseguir lo que de verdad quiero. Me hace falta tanto de mí en mi vida que no sé por dónde empezar a buscarme. No sé dónde quedé la última vez que me perdí. No recuerdo cuándo me perdí, sólo sé que fue hace mucho, y que no sé si fue en el bosque o en la montaña, o en aquella playa de falcón, pero eso es lo de menos. Buscarme en ese sitio me hará perderme más, y no serían un buen lugar para empezar.
Hace falta todo. Me hago falta. Me extraño a mí mismo. Me perdí, o nunca me he encontrado. Ya ni entiendo qué pasa por mi mente, o si lo que quiero es lo que quiero en verdad. Me pregunto qué quiero y no sé responderme aunque siempre he estado decidido a todo lo que hago y he hecho desde hace mucho. Desde hace un año, desde hace dos, no recuerdo, no me importa. Hace falta más que recordar. Hace falta seguir adelante y no recordar, y si he de recordar, que sea dónde me equivoqué para no cometer el error de tropezarme de nuevo.
¿Qué es lo que hace falta? Falta todo. Faltan todos los que soy, falta todo lo que soy hoy, falta todo lo que fui una vez, y el mañana es un misterio. Falta la mujer, falta el deber, falta el talento y la ocupación. Faltan las ganas de vivir, falta la muerte que siempre tendrá la puerta abierta, pero que no le permito entrar. Falta el tiempo perdido. Falta más de lo que tengo y de lo que puedo cargar con las manos. Falta todo lo que de verdad tengo, si es que tengo algo. Desde que nací lo que ha pasado por mis manos ha sido ganancia.
Al final, falta dedicación. Falta todo eso que puede completarme. Falta el tema de conversación que una vez tuve y esa pregunta que me hizo un sabio una vez, que decía, interrogando, “¿Qué te falta?” Hoy puedo decir que me falta un camino a seguir. Una meta propuesta y la sabiduría del andar. Es la prioridad. Es lo que me falta. Lo que quiero es lo de menos, lo que me falta es lo que necesito. Necesito encontrarme. Estoy perdido, de nuevo, en silencio, sin hacer ruidos para no llamar la atención de lo que venga, de cuando yo mismo venga a encontrarme.
Hace falta dedicación en la búsqueda de mí mismo, y, cuando me encuentre, veré que más me falta.