lunes, 30 de abril de 2012


"No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. 
Porque la vida es tuya y tuyo también es el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento"
-Mario Benedetti-

domingo, 29 de abril de 2012

Te tuve, y te tuve sólo para mí.

Pasamos la tarde entera juntos, sólo con nosotros. Luego de la salida de una tercera figura en nuestra caja de formas decidimos juntarnos al mismo espacio, lanzarnos vestidos bajo las sabanas de tu cama a vernos fijamente a los ojos, sin quitar la mirada, rogando por un beso largo que nos robara el aire.
Entre besos y besos subía la temperatura, nuestros cuerpos parecían sudar y nuestros alientos se sentían tanto que nuestras caras se acaloraban más y más, nuestros cuerpos sentían fuego, tanto fuego que la sabana estorbaba, así que decidimos sacarla del juego y quedarnos sobre la cama, diciendo entre besos “te amo”.
Entre besos y besos subía la temperatura, nuestros cuerpos arropados de ropas jugaban con pasión a no seguir órdenes nuestras, sino las ordenes de la naturaleza y el placer. Sólo pedíamos que bajará la temperatura del ambiente, pero no la nuestra, y la temperatura subió tanto que nuestra ropa se hacía espesa, incomoda e innecesaria, así que en un movimiento simple te quité tu blusa, y tu, para emparejar el juego me dijiste “Quítate la camisa”, desnudos de cintura para arriba nos veíamos reír y nos acercábamos para seguir besándonos y diciendo que nos amábamos.
Entre besos y besos, y piel y piel, subía la temperatura, dos cuerpos semidesnudos bailando al unísono de una música inexistente, o mejor, bailando al ritmo del sonido de nuestros labios chocando entre sí, haciendo melodías que no necesitan sonidos para ser entendidos, y con la fricción de la piel halándonos a todas partes de la cama, haciéndonos dar vueltas y ponernos uno sobre otro para seguir jugando a que nadie más existe, sólo tu, yo y la sensación.
Entre besos y besos subía la temperatura, tanto que bajó de nuestro cuerpo a nuestras piernas y en un ataque de calor me pediste quitarte el pantalón, lentamente desabrochando y desamarrando las ataduras de tus piernas me veías, hasta que al fin salieron de tus piernas. Luego me dijiste “quítate tu pantalón” Y yo sin dudar lo hice, para que estuviéramos escondidos bajo la luz del televisor, solo vestidos de ropa menor, ignorando al resto del mundo, besándonos desnudos sobre una cama que pronto bautizaremos nuestra.
Entre besos y besos subía la temperatura, cien grados. Ardía el ambiente, se podía sentir el calor de nuestros cuerpos juntándose cada vez más y más.  Se podía sentir nuestro ritmo acelerado y nuestras ganas de hacer el amor podían palparse en el aire. La soledad del ambiente estaba a favor, la oscuridad leve que había nos daba una imagen favorable, pero no era el momento.
Entre besos y besos la temperatura subió al limite, no podía subir más, no era posible, ya estábamos demasiado calientes como para derretir alguna otra cosa, pero no hicimos nada, no estábamos totalmente dispuestos… pero no me importa, cuando amas a alguien no importa qué, si puedes estar junto a esa persona y hacerla sonreír, hacerla feliz, y que te haga feliz todo es bueno.
Entre besos y besos la temperatura fue bajando un poco, dejamos la pasión a un lado y decidimos vestirnos ya que no haríamos nada, o no aun. Compartimos la tarde, tomados de la mano, hablando de lo que sea, haciendo lo que sea y caminando por su casa. Ese es uno de los placeres del amor, compartir los momentos más hermosos y los más absurdos, burdos y comunes. Pero lo mejor del día al final fue que te tuve, y te tuve sólo para mí, o mejor, nos tuvimos y sólo para nosotros.

jueves, 26 de abril de 2012

Así es el amor.


Lo más bello del amor cuando empieza deben ser las horas en vela,
Lo mágico que se sienten los besos, lo duradero de los abrazos,
El que ningún golpe duela y que cada palabra, cada latido,
Tenga un sentido suficiente para decir que todo es hermoso.

Lo más doloroso debe ser separarte de sus manos, que no puedas tenerlas,
Que cuando el día acabe y no hayas estado entre ellas, no puedas dormir,
No puedas pensar, no puedas respirar, aunque sabes que todo vale,
Porque al final, la vida te sonreirá, y sabrás que todas las batallas podrás ganarlas.

Lo mejor del amor debe ser cuando es duradero, cuando no es de juego,
Cuando se siente de verdad y que cada segundo que pueda ser apreciado, lo sea.
Que todo lo que se diga se sienta, que todo lo que se haga exprese lo ya dicho, y,
Que cuando vean ambos, que lo que hacen se aprecia, sepan que llegarán al cielo.

Lo más triste debe ser el cambio de ánimos, que todo lo que se diga sea una bala,
Que cada rose con una mala emoción pueda lastimar no solo la mente, sino hasta el cuerpo,
Que cada vez que uno cometa un error lo peor quiera salir a la luz, y nada que pienses te haga reír,
Que todos los días de mala sensación se sientan infinitos, sin esperanzas, y vivan de malas.

Pero al final, el amor es hermoso, es una sonrisa infinita, es un viaje interminable junto al tiempo.
El amor hace que la vida deje de ser de uno, y se convierta en una vida compartida.
Que aunque en la separación se encuentren,  permanecen juntos, sin dejar que una bala arruine,
Sin que una palabra les distancie, sin que un impulso les eleve el orgullo y les haga separarse.

Pozo de deseos.


"Lanzame un centavo y te concederé un deseo
Te darás cuenta de que la vida no es siempre lo que parece.
Luego piensa en un arco iris, yo lo haré volverse realidad.
Dame vueltas, soy una rueda de nunca acabar.
Te daré una estrella para que sepas dónde estás
¿No sabes que tal vez yo sea tu pozo de deseos?
Mira en el agua y dime qué ves
Son reflejos del amor que me diste.
La vida no es dinero, y no es algo que compras
Por eso déjame llenarme de lágrimas y llanto.
El tiempo es un viaje interminable.
El amor es una sonrisa infinita.
Dame una señal para empezar a construir el sueño, ese sueño…
Lanzame un centavo y te concederé un deseo
Te darás cuenta de que la vida no es siempre lo que parece.
El amor no es dinero, no es algo que compras.
Déjame llenarme con lágrimas y llanto.
Te daré una estrella para que siempre sepas dónde estás.
Algún día, de alguna manera sentirás las cosas que te digo.
Sueña por un momento con las cosas que te hacen sonreír.
¿No lo sabes? ¿No lo sabes? Oh, sí lo sabes. Sabes que soy tu pozo de deseos, tus buenos deseos…"

-Ronnie James Dio-

Lo normal y la vida están jugando a ser dios.


No sé qué me pasa últimamente. No despierto de buena manera como antes, la comida no me sabe igual, las noticias me aburren, la música siempre me canta lo mismo, las letras siempre se escriben igual y los libros solo hablan de cosas que ya sé.
No sé qué me pasa últimamente. Salgo y solo veo gente caminando, haciendo fila para cualquier idiotez, gastando dinero en la idiotez para la que hicieron fila, sin mirar a los lados, sin hablar con nadie, como si fueran vacas apretadas en rumbo a un matadero. La única diferencia es que en vez de sentir el dolor que sienten esos animales esta gente no siente nada.
No sé qué me pasa últimamente. Todo es tan igual, tan normal, tan común. He de ser yo, tengo un problema. Mi problema debe ser despertar y ver que estoy bajo el mismo techo, ver que el desayuno es el mismo, que solo hablan de política y muertes, que toda la música diga idioteces, que todo lo que leo sea lo mismo y que los escritores no busquen hacer algo nuevo por sus obras.
Le exijo mucho a la vida al parecer, y no he de estar en posición de exigir. Pero que tanto es pedir algo nuevo? Una nueva experiencia. No suena mucho, no sería mucho pedirle a la vida que me dejara salir de este techo, comer algo diferente, ir a un buen lugar, inventar una canción y escribir algo nuevo.
No es mucho pedir irte a buscar, llevarte conmigo a un lugar cálido donde pueda verte reír y reír contigo, donde pueda oírte cantar o donde puedas oírme cantarte algo que te guste, donde podamos estar sin preocuparnos del tiempo, sin preocuparnos por el clima, sin preocuparnos por la gente, solo tú y yo. No es mucho pedir.
Tampoco es pedir mucho poder pasar una noche de pereza después de un día agotador, donde podamos estar tu y yo, bajo el manto que se hace llamar cielo estrellado, donde pueda admirar la silueta de tu cuerpo que me ha de mostrar el brillo de la noche, donde pueda oler tu perfume, donde pueda oír tu gemir por un cosquilleo, y donde pueda hablarte sin que haya algún otro sonido. Pasar la noche mirándote a los ojos, abrazándote, haciéndote caricias y besándote. Bailando en la desnudez de nuestros cuerpos bajo una luna llena de color amarillo y unas estrellas brillantes como testigos de lo que sería la noche de dos almas. Y luego al brillo del amanecer poder verte dormir, velar tu sueño como cuentan mis historias y nuestras palabras, y luego dormir yo, para poder saber si lo que pido lo pedí soñando o estuve despierto cuando se me ocurrió. Quizá y si es pedir mucho y lo normal y cotidiano se aliaron con la vida para jugar a ser dios.

miércoles, 25 de abril de 2012

Soldado de palabras vacías.


Sé cargar mis palabras como lo haría con un revólver, disparar a matar en la sensación de cuerpos desnudos con sus sentimientos a flor de piel. Pero nunca aprendí a medir esas palabras para que salga algo fructuoso de ellas.
El otro día pensaba en escribir para la chica que amo palabras que la hicieran sentirse más amada de lo que está todos los días, pero las palabras no salían de mis manos, no tenía esas ganas de escribir, porque cuando vas a escribir algo así tienes que sentirlo y no imponerlo.
Intentaba que las palabras rimaran, que los sonidos fueran especiales y que cada sentencia tuviera una imagen visible en su significado, pero nada salió. Estaba encerrado en palabras vacías hasta que me dije a mí mismo “Deja de pensar un rato”.
Dejé de hacerlo, fue un rato largo, un rato de 2 días tal vez, no tengo noción de tiempo cuando en pensar en ella se trata. Pensaba frases de canciones, pero estoy algo cansado de que algunas de las cosas que le digo sea porque una canción lo haya dicho. Pensaba en poemas que una vez leí, no muchos, pero no dignos de usar estrofas para escribirle.
Hoy desperté con ganas infinitas de besarla, quise escribir de eso y salió una oración que me encantó “Tus labios y los míos, en peleas interminables por dominar los labios que ya sabemos que nos pertenecen. En peleas que no tienen final pero aun así peleamos, aunque sabemos que ambos somos ganadores.”
Desperté con esas ganas enormes de darle buenos días y salir sabiendo que la primera persona que saludé hoy en la mañana es la misma de la que me despido al final del día, y al pensar en eso quería escribir más y más, escribí en un papel “Despertamos en las mañanas acompañados de sabanas que fueron campos de batalla inestables. Con declives y desniveles que subían y bajaban, y yo lo único que hacía era admirar el sueño de mi contrincante.”
Y cada palabra que escribí hoy en los tiempos ocupados la sentí y me hizo sonreír. Siempre que puedo escribir algo que me hace sentir bien me hace sonreír, casi parecido a cuando la veo, solo que cuando la veo la sonrisa es eterna aunque no se demuestre.
Cerraré cada palabra con impecabilidad, y que cada oración tenga un significado, del más llano al más complicado, y que al final de cada párrafo muerdan sus dedos del sentir que tendrán porque la razón por la que busco escribir es la misma, hacerla sentir más amada de lo que está.

lunes, 23 de abril de 2012

Comentario.

La foto que tengo en el perfil es una foto de mi padre cuando estaba joven. Esa foto tiene al menos unos 39 años. Me gusta tanto que llegué a usarla en otros perfiles de otras páginas.

Larga y solitaria es la noche.


Sentado en la sala de mí casa, con un vaso de vodka y un cigarrillo en mano, admirando el cielo estrellado desde la ventana, pensando en cómo puedo encontrar la llave que abre el candado de mi mente.
Tanto tiempo ha pasado ya desde mi último logro, tantas cosas han pasado, tantas que solo puedo pensar “¿por qué si ha pasado tanto no puedo abrir mi mente?”, no hay nada que pensar, no hay nada que decir, no hay nada que hacer. Estoy bloqueado.
Me pasee por la sala, entre el humo del cigarrillo y el calor del alcohol, hablando conmigo a ver si sale un dialogo, pero nada, ni siquiera sabiendo la respuesta salgo de esta confusión. ¿Sera que solo es una etapa? ¿Qué mi vida es un fiasco? ¿Qué lo que era ya no es? ¿Qué no hay nada?
El tiempo pasa, las hojas se gastan, mi botella se acaba, mis cigarrillos se consumen, mi fuego se apaga y el viento deja de soplar. Ahora estoy ebrio, consumido por mis cigarrillos y rodeado de ideas absurdas arrugadas en papel, en el calor de una sala oscura, viendo un cielo tormentoso desde el suelo, acompañado por la chica del velo negro que se hace llamar Soledad.
Solo me queda un vaso de vodka y ya estoy ebrio, solo me queda un cigarrillo y quiero más, solo me queda una hoja y las demás ya están escritas, el sonido del silencio, el olor de lo normal, el sentir del frio y el hambre de ti me acompañan más que Soledad.
Pasan las últimas horas de la madrugada, tomo el último vaso y fumo el último cigarrillo, escribo la última palabra y me voy de la sala, esperando que al cerrar la puerta del cuarto nada pueda entrar, solo el sonido del agua que inunda el patio y la luz que pasa por debajo de la puerta.
Me acosté en mi cama añorando no despertar esa mañana, quedarme durmiendo en un vacío sin fin, quizá para encontrarme con los cuervos de mis pozos en la oscuridad de mi pensar esa noche.
Cuando desperté tenía sudor seco en mi frente y un pañuelo, acompañado de una mano suave se paseaban por mi frente, mi almohada se había ido y en lugar estaba posado en piernas de otra persona, y una voz me hablaba en susurros, estaba dolido y mareado, pero no podía confundir esa voz con cualquier otra voz.
En mi delirio pedía que fueras tú la que estaba cuidándome en esa oscura hora, que fueras tú la que me tenía descansando en sus piernas, la que me susurraba tan bellas palabras de alivio al oído. Imaginaba que al abrir los ojos y ver que eras tú te iba a besar y pedirte que no te fueras nunca, que te quedaras conmigo, te abrazaría y no te soltaría.
Me levanté y vi que eras tú, pero tu belleza sobrepasó los niveles de lo que esperé, quede paralizado con mis pensamientos y tú solo me miraste y sonreíste, te inclinaste y me besaste, me dijiste que no te ibas a ir, que te quedarías por mí. Solo pude mirarte a los ojos y perderme en ellos, inclinarme a tu cuello y decirte un te amo al oído.
Te hale y te recosté sobre mí, te abracé y te besé, te dije que te amaba más de una vez, y luego al final de un último beso me dijiste “sigue durmiendo, aun es de noche”.

domingo, 22 de abril de 2012

Paisaje blanco.

Estoy perdido, rodeado de nada, en un desierto infinito en el que la única alma existente soy yo. Arena blanca y caliente, viento hirviendo y una camisa de cuero que solo se calienta en cada paso que doy es lo que me acompaña en esta travesía. Apuesto que caí de una cima y en el fondo estaba este pozo lleno de esqueletos sin piel alguna, la cual los zamuros gustaron hasta no poder más.
Las cosas que veo en el horizonte. Hay una silueta enorme al final del horizonte. Cada paso que doy me acerca a un espejismo de agua en el que deseo bañarme, cada paso que doy es un clavo de cruz en mi pie, no quiero seguir caminando, pero si me detengo apuesto que seré presa del sol, que cada segundo que pasa se acerca más a donde estoy.
Cada vez me acerco más. Han pasado mil horas, o eso es lo que juega mi mente, y mi reloj, él bastardo se burla de mí, cada vez que intento verlo el reflejo cruel del sol me hace dejar de curiosear y ver cuánto tiempo tengo perdido en este océano de arena clara.
No siento mi piel, apuesto que lo que solía ser piel que una vez tuve ahora es un acorazado rustico, que ni los mosquitos de muerte se atreverían a tocar, mis labios decolorados saben a sangre, sangre seca, sangre acida, sangre que no sacia mi sed ya que por algo los sigo mordiendo.
No han pasado 10 minutos, lo sé porque cuento el tiempo con mis manos, quiero desprenderme más de mi ropa, ya no soporto el aire caliente en mis zapatos y la horrible sensación de arena que se sentía como vidrio entre mis dedos. No puedo cerrar las manos, siento como la arena corta mis tendones y no puedo subirlas para cubrirme del sol, la debilidad me asecha mucho.
Llegué a ver agua en el desierto, pero eso no es lo que quiero, la estoy buscando a ella. Sé que si la encuentro podré despertar de esta pesadilla, de esta rebelión que juega mi mente, de este homicidio que quiere. Si la encuentro, podré escapar, podré perderme en ella en vez de en esta tumba tan hermosa.
Horas he pasado rodeando este lago del desierto, ya bajó el sol y subió la luna, ya puedo ver con claridad, pero no puedo verla a ella. No sé dónde está. ¿Será que caminé tanto en mi mente para no encontrarla? ¿Qué nunca estuvo aquí? Lo único que he podido ver es un gato posado en una piedra sobre el lago, que cruel nos la juega la vida, yo perdido en este desierto y el gato en una piedra que lo ahogara en un momento.
Ya puedo despertar del sueño, ya puedo ver que no estás en las sábanas blancas de mi cama, ya puedo empezar a pensar que no importa cuánto busque, si al final estarás perdida en el horizonte y yo estaré posado en una piedra, esperando a ahogarme en un lago rodeado por un blanco desierto.

jueves, 19 de abril de 2012

Mañana les cuento mi día.

A lo mejor si les cuento mañana lo que hice en total del día, quizá, mi bloqueo se vaya. Podría publicar aquí algo que he escrito, pero prefiero mantener mis buenas obras para mi.

Bienvenido al río soledad.

Bienvenido al río soledad.
Abrí éste blog con la esperanza de salir de un bloqueo creativo del que soy victima desde hace unos cuantos meses. Bienvenido seas, y gracias por dedicarme un pedazo de tu tiempo.