miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Dormir?


Hoy no sé qué pensar. Desperté de una manera tan poco normal que puedo asegurar que la falta del sueño se come mi cerebro. Desperté buscando en mi agenda unas palabras, por veinte minutos estuve buscando hasta que reaccioné, no tengo una agenda escrita, por lo tanto las palabras que buscaba no existen. No existieron, no existen, y no existirán. Lo tengo por seguro, porque era ficción. Era sólo otra jugada que me hacía la vida en contra de mis viajes oníricos.
Hoy estuve pensando en la falta de sueño. En que desperté a las 3 am, busqué en un sinfín de hojas algo que me hiciera creer que más allá de todo, hay algo. Luego de no encontrar, traté de dormir. Me asedió el hambre, tan bestialmente, tan asesina, tan real. Desperté sólo una hora después de mi travesía en la vigilia. Sentía el cansancio, sentía el hambre, sentía todo lo que pasaba  a mí alrededor. Luego de saciar mi sed de llenura, dormí otra vez, o eso me hacen creer.
Desperté al romper la mañana. Con mis ojeras colgando hasta mis labios, con mis ganas de seguir durmiendo, con mi vida en un brazo y mi mente en el otro. Puse ropajes en mi cuerpo y salí de mi alcoba. Saludé con la hipocresía matutina a mi madre, salí de mi casa y me monté en mi camino. Miraba la vida pasar por la ventana, pensaba que podía estar mejor. No puedo estar mejor, ya este es mi cien porciento. ¿Qué me depara el futuro? Nada, al pensar, nada te traerá el futuro.
Seguí mi camino con mi corazón en la mano. Entre a mi recinto y cambié mi sentir por un cigarrillo. Llegué a la cima de mi obligación con mis ojos desorbitados. Presenté mis ideas ante el jurado de una sola persona, para ser rechazado sin importancia alguna. Seguí caminando con el cigarrillo de acompañante. Pedí a gritos al cielo una razón de vivir, no respondió. No me importó, seguí caminando. Perdí mil horas de sueño en minutos de vida, y no importa, yo sigo aquí, con mis ojeras.
Al llegar a mi altar y saludar a mis paredes, leí tus cartas y tus problemas, que a pesar de que están fuera de mi circulo, no puedo adentrarlos más. No puedo creer hasta donde fuiste capaz de llegar sólo por un antojo. Poner en riesgo una vida es algo grave, pero ponerte en riesgo a ti es algo de otra escala, tan grande que las palabras que lanza cuando me tocan, me duelen. He bebido tanto tus deseos, tus miedos, tus problemas, que me siento parte de ti. Y quién sabe qué, tal vez esté tan dentro de ti que no te des cuenta. Qué vida la mía, qué vida la mía.
No quiero seguir despierto, tantas sensaciones en un solo cuerpo. Tanto llanto por dentro, tantas navajas en los pulmones. Tantos latidos inservibles de dos corazones. Uno abatido por la desdicha, y aun latiendo en su sangrado, y el otro en la lucha de la muerte, de color negro, acabado. Hoy no sé en qué pensar, no sé si deba hacerlo. Pensar es tan tóxico últimamente que no puedo creer los colores que veo en el cielo. Debe ser la falta del sueño, ya son 25 horas sin dormir.

domingo, 27 de mayo de 2012

3000 Horas.


De nada sirve estar sentado escribiendo y escribiendo. Página por página, palabra por palabra, gastando mis hojas y mis lápices, borrando y borrando, buscando un sentido a un parafraseo en un párrafo vacío. Que nada tenga coherencia y todo sea lo mismo, que no haya una inspiración tan grande que te prometa un buen palabreo, o al menos, la distracción del desahogo en tus palabras, mientras las imprimes lentamente en el papel.
Puedo estar sentado en mi escritorio, horas y horas, mirando a la hoja, mirando al techo, mirando por la ventana, y no escribiré más que el título de un nuevo cuento. Un cuento vacío, tan vacío como yo por dentro, tan fallo de sensación que ni el más crédulo y desentendido podrá asociarse con él.  Nada es tan inspirador como antes, no encuentro ese no sé qué que tienen las musas de los dioses, o las novias de los peores escritores. Por eso todo es así, vacío.
Pasarán las mañanas, tardes y noches. Pasarán los días, las semanas y los meses. Pasará la gente, pasará la lluvia, pasará el azul del cielo, y yo seguiré aquí, bajo mi sabana o en mi silla, con mis ojeras, mi caja de cigarrillos, mis ideas confusas y mis deseos. Pasarán muchas cosas y yo seguiré aquí. Sentado en mi piedra, con la lluvia sobre mí, esperando a que alguien aparezca y me aliente a seguir. A caminar con ella y aprender a vivir.
Pasarán muchas cosas, pasarán las estaciones. La primavera vendrá y se irá, las flores nacerán y morirán, o serán arrancadas por los niños enamorados de los colores, que regalarán los retoños a sus amigas enamoradas. Se armará y romperá el tiempo, se callará y seguirá hablando el silencio, los vidrios y ventanales caerán para que yo los levante, pues seguiré aquí, sentado en mi pared, buscando no caer. Sin importar sobre qué escriba, seguiré aquí.
Pasarán 3000 horas, yo seguiré esperando a que unos ojos brillantes violen mi alma de un parpadeo. Que unos labios finos besen los míos y me saquen de mi melancolía. Que una piel blanca se mezcle con la mía en su desnudez. Que juguemos a que nos queremos y que no podemos perder. Que no hace falta seguir esperando algo que me inspire, que podré escribir, por más tiempo y las 3000 horas que pasé sentado pensando, las compensaré jugando a que su cuerpo es mío, y sin importar qué, será por otras 3000 horas.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Aprende, luego muere.


Sé qué me depara el futuro cercano. El futuro cercano me trae más lágrimas inservibles, un enemigo inútil en mi vida, una casa que no será visitada por un corazón que me importe y otra caja de cigarrillos mentolados, más cancerígenos que el resto de los que he fumado, y con mejor sabor que muchas de las comidas que he probado hasta ahora.

No vivo de recuerdos, lo sé porque no dejo que me estanquen, pero por mi memoria y mi persona no puedo evitar recordar. Cada segundo que pasa algo me trae un muerto recuerdo de una vida que duró lo que dura una mujer en criar en su barriga a un bebé. Cada pensamiento que tengo no puedo evitar asociarlo, pues soy una persona propensa a los traumas, y que no olvida cuando está despierta.

Hoy no he hecho más que ir a mi universidad, saludar con hipocresía a algunas personas, comer comida dañina y fumarme la vida de dos en dos. Nada en mis días va a ser igual, la vida no vendrá con ella a saludar, y ya no me importa. Prefiero estar mi encierro que vivir de nuevo sus verdades que luego se convirtieron en mentiras.

No me queda mucho más que sentarme a pensar, recordar sin ganas de hacerlo, seguir adelante a pesar del recuerdo e imaginar, sólo imaginar como sería volver a pasearme por su desierto cuerpo. Yo y mis ganas de morir, yo y mis ganas de morir pero antes vivirla una vez más, vivir sus labios finos y lo delgado de su cuerpo, encima del mío en abrazos interminables y besos incomparables.

Qué fácil es vivir de sueños, lo vuelvo a decir, y no me canso. Es más fácil ignorar que seguir buscando una verdad, y por la ignorancia también vuelve la felicidad. He ahí a todos esos creadores de mentiras, que se aprovechan del desconocimiento de la gente y con eso son felices, y la gente también lo es. Por eso, al no saber, sé que seré feliz de nuevo.

lunes, 21 de mayo de 2012

Rutinas de alcohol.


Mi casa está sola, mi cuarto está solo, yo estoy solo. Me acompaña la única persona que prometió estar conmigo en las buenas, las malas, las peores y en las quisiera recibir la muerte por las balas, y que en las victorias no estará. Esta noche me acompaña el triste reflejo en el espejo y la dama de negro llamada Soledad.
Hay tanto que pensar y no tengo la voluntad de hacerlo, no me queda de otra, saco mi botella de vodka y un baso de aluminio, que está frío por el hielo. Cuando sirvo el vodka en el baso sale el humo del cambio con olor a alcohol, el reflejo del llanto del hielo al ser quemado por el vodka, su grito agónico que me recuerda por qué quiero beber esta noche.
Ver el techo desnudo, sin luces encendidas, sólo con la luna entrando por la ventana, con el alcohol a la izquierda y el tabaco a la derecha, buscando acabar con mi vida y con la de Soledad, que no hace más que mirar y mirar, con esos ojos azul asesino, con esos labios rojo sangre y su respiración, que suena como un silbido de labios secos, que me hace entrar en la locura y en los juegos de lujuria.
Ya es una rutina estar en mi sala, bebiendo y fumando mientras las almas duermen, llorando de tristeza porque no vuelves. Gritando tu nombre sabiendo que no puedes escucharme, con cada cigarrillo intentar olvidar que un día llegaste a amarme, y por más dolor que me cause, tratar de olvidar que te amo y así seguir adelante, dejando atrás los sueños que quise vivir junto a ti.
No me importa cuál hora sea, ni cuál día caiga, ya no hago más que beber y fumar, gritar y llorar, perder y ganar, y al final, dormir con el vacío en el alma, sin esa afable calma, sin esa vivible harmonía de color y vida que me acompañó en los días que vinieron, y se ha ido por los días venideros. Esos días de rutina de alcohol.
Esta noche escuché un disparo, y desde que lo oí he sentido un hueco en el pecho, como si yo hubiera sido el objetivo. Mi cuerpo fallecido yace en el suelo, vivo pero muerto, hablándole al techo con voz de adicto al humo, repitiendo como un loco tu nombre, con los labios entrecerrados, con el cuerpo semidesnudo, con la vida en la mano y la muerte en alcohol derramado.
Pasan las horas, horas y horas. Los relojes me gritan que vaya a dormir, Soledad me dice que me quede. Yo les digo que se callen, que no hablen, que no me digan nada. Que todo lo que quiero es oírla hablar con su voz de hada perdida, que diga mi nombre cuando esté enojada, que venga y me levante a patadas y me diga que se quedará, que deje todo atrás y me vaya con ella, eso es lo único que quiero. Qué fácil es vivir en sueños, ignorando la realidad, sin entender lo que en verdad vives.
Cuando me acuesto en el suelo me doy cuenta de que nada existe, que todo es mentira, que la vida tiene un principio asignado y un final ya escrito. Que vives porque debes y no porque quieres. Que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y cuando lo pierde no queda nada. Que si no hay un segundo estelar en tu obra, el vacío, la inexistencia y Soledad es lo que sobra.

martes, 15 de mayo de 2012

Por siempre y para siempre en segundo verso.


Por siempre y para siempre tendré frío en el alma, en el cuerpo y en mi calma.
No hay nada lo suficientemente afectivo para hacerme sentir mejor.
Por siempre y para siempre mis sábanas serán los cigarrillos, pues estos me abrazan,
Me calientan y me hacen sentir vivo, ya son los únicos que me besan y me dicen que me aman.

lunes, 14 de mayo de 2012

Orquesta nuestra.


En un cuarto en una casa blanca, en una habitación con un piano en el medio, un piano de color negro y madera maciza, yo lo estoy tocando y tú estás acostada sobre el, estás oyendo las notas, una, dos, tres, cada una y mi voz mientras canto una canción que compuse solo para ti, para nadie más oírla, suena orquestal, de escalas Beethovenicas, y solo tú sabes lo que dice cada tecla que piso.
Cuando dejo de tocar pongo tus piernas en dirección a mí y te siento sobre las teclas del piano, y suena un horrendo sonido que nos hace reír. Te miro a la cara, luego empiezo a besarte, a besar tus manos y tus brazos y me levanto de la silla para besar tu cuello y a hacerte cosquillas, te abrazo con fuerza y te beso a ti, beso tus labios con pasión musical,
Suenan notas orquestales en el cuarto y al ritmo de las cuerdas gruesas te levanto, suenan los redobles y te acuesto otra vez en el piano, sube el sonido de los violines y separo tus piernas y me pongo sobre ti.
Los dos acostados sobre el piano, besándonos apasionadamente al ritmo de cualquier sinfonía. Hay una pausa y nos siento sobre el piano, cuando quito tu camisa por completo y empieza a sonar la música otra vez, la música suena a nuestro ritmo, somos los directores, es nuestra orquesta.
Tu empiezas a desabotonar mi camisa mientras yo toco tu sexo con mis manos, cuando me quitas la camisa das un grito que se camufla con los cellos del escenario
Me empujas para que esté acostado y te acuestas sobre mí, hay silencio y me dices "sigue haciendo lo que hacías" y vuelvo a tocarte, vuelve el sonido. Cada vez más hermoso, más potente, más melodioso.
Te levantas y me quitas los pantalones y pones tus piernas en mi dirección y empezamos a probar nuestros miembros, saboreando el sabor de la pasión en nuestras pieles.
Sientes mi lengua dentro de ti, y con cada gemido que haces más agudas se vuelven las notas.
Te sientas sobre mí y me haces entrar en ti, yo viendo sumisamente como diriges nuestra orquesta.
Empiezas a bailar tu cuerpo sobre mí, y yo de admirador, velando tu cuerpo con mis manos y tú de directora haciendo sonar las voces de las maderas y metales.
Cambiamos rol y te hago ser a ti la admiradora sobre el piano y yo me convierto en el director, y te hago el amor sobre la fría madera
Empiezas cada vez más a sentirme dentro de ti, gritas piedad por los redobles y las flautas que están bajando su ritmo y sonido, ahora soy yo el director, y dirijo mis labios a los tuyos y te beso, con pasión y con mis manos acaricio tus senos, las paseo por tu espalda recostada sobre la madera
Nos siento a los dos y sigo bailando tu cuerpo con un ritmo fuerte que ni los mayores directores sabrían seguir, te hago el amor sobre el piano que no deja de sonar junto a los otros instrumentos.
Toda la noche.
Luego de cambiar roles una y otra vez y hacer que cada sonido suba y baje el tono nos detenemos y nos quedamos viéndonos, en tu sudor mezclado con el mio, diciendo te amo, cada vez más y menos susurrado.
Luego de nuestro último beso y al vernos abrazados se oyen los aplausos de espectadores que no están con nosotros. Aplausos que ni Chopin, Mozart o Beethoven llegarán a recibir.

Por siempre y para siempre.


Por siempre y para siempre, las palabras más tóxicas que entran al subconsciente.
Por siempre y para siempre, la mezcla letal entre el cianuro y el opio,
Las palabras más llenas y menos valoradas, dichas por voces que liberan los entes.
La delgada puerta que separa a la vida de la muerte, y al amor del odio.

lunes, 7 de mayo de 2012

Comentario.

Hoy compré una caja de cigarrillos, con todo y que me he dicho a mi mismo que dejaré de fumar.
Hay veces que siento que no me respeto lo suficiente, tanto que rompo promesas que me hago a mi mismo pero cumplo las promesas que hago a los demás. Un error fatal a mi parecer.
Dicen que hay que amarse a si mismo antes que a los demás, yo me amo, y amo cómo me amo y amo los cigarrillos. Me amo más que los cigarrillos así que no hay penas, no?
Pronto lo dejaré, mientras tanto *Saca la yesca y un cigarrillo* no hay mucho que hacer, mas que amar.

sábado, 5 de mayo de 2012

"Todavía quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad.
En la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está.

Todavía yo no sé si volverá,
nadie sabe al día siguiente lo que hará.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio,
de lo que da.

Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cuan si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.

Todavía no pregunté "¿Te quedarás?".
Temo mucho a la respuesta de un "Jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida.
No es perfecta, mas se acerca
a lo que yo, simplemente, soñé."

-Pablo Milanés-

viernes, 4 de mayo de 2012

Bajo la lluvia y los gritos del dios del trueno.


Estoy sentado fuera de mi casa, pues mi llave está perdida, y no me queda nada más que rogar que exista un alma dentro de mi lugar que sea lo suficientemente piadosa como para dejarme entrar a mi recinto, que aunque sea igual de frío que la lluvia que me azota, tengo por seguro que no moriré instantáneamente.

Grito con fuerza, no se asoma ni un alma. No hay señal de vida, aunque las luces estén encendidas. Cae un rayo cerca de mi, no puedo creer la suerte que tengo de que no me haya matado, con todo y que soy lo único que está en este piso que puede detenerlo, todo lo demás es el techo del edificio, y las ganas de vivir que no me quedan. Grito de nuevo, no se asoma ni un alma.

El frío, insoportable, tétrico, punzante y penetrante. Cada respiro que doy es una puñalada a mis pulmones, que deben estar muriéndose desde hace tanto, por la nicotina y el tabaco que locamente consumía para olvidar que las penas pueden existir, para en lugar de sentirla, ser la pena. Pero ni aun así puedo morir, soy tan inmortal como una estatua.

Mi piel está desnuda y arrugada. No hay una sola señal de alguien que quiera venir a darme calor, o de que dios se apiade de mi y de mi bondad, pues la crueldad existe para la gente buena, y los pecadores que sólo acuden al señor cuando quieren que les de gloria la reciben sin dudas del manda más de los cielos se caen sobre mí como si no hubiera un día después de hoy. Triste y gris hoy.

¿Cuántas horas han pasado? Apuesto que ya pasó un día, pero, ¿cómo saberlo si mi vida ahora es una lluvia constante de lágrimas sin valor? Si ahora cada paso que doy es como caminar sobre carbón y cada bocado que doy es como masticar vidrios. Todo es dolor, todo es llanto, todo es ausencia y demencia sin sentido, acompañada de rayos incapaces de golpear mi cabeza.

Ahora que no puedo moverme, que lo único que puedo hacer es temblar, sólo me queda esperar. Seguir esperando, aunque sé que no hay nada que esperar, pues lo único que queda luego de eso es morir. Morir por el frío que no se va, por las lágrimas de sal que cortan mi piel, y por la quietud de mis pies y el dolor de mis labios, mis ojos perdidos que no hacen más que seguir las gotas cuando caen.

No deja de llover, no dejan de caer los rayos, el dios del trueno no deja de gritar. Mi paisaje es un cuadro y una puerta, una silueta moviéndose dentro de mi casa ignorando mis gritos de ayuda, esperando mi último aliento para que deje de llover y llorar de alegría mi muerte repentina. Pues, aunque abras la puerta, lo único que encontrarás será mi cadáver, envuelto en un rio de lágrimas, chamuscadas de rayo y un dios que se burló de él hasta no poder más.

Sólo te queda abrir la puerta, caminar hacia mí, decirme que eso era lo que querías y dejarme morir. Luego levantar mi cadáver en señal de victoria, pues seré tu trofeo y la prueba de que no eres persona, que eres un dios, que eres aquél que venció bajo la lluvia cuando el dios del trueno no podía gritar más que me dejaras entrar, porque el frío me iba a matar.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Aire de libertad.


Hace más de una eternidad que te busco, eres la llave de mi mente, del cuerpo de mi ser, no espiritual y no físico, sino general. Te busco porque siento que me tengo encerrado en un cuarto de paredes colosales, con una ventana abarrotada con dirección al cielo, y una puerta de acero inoxidable, con una cerradura del metal más duro del planeta, y una hendija para ti, eres una llave de aspecto y forma única, no replicable.  Mi ser solo es libre cuando apareces, y no apareces porque sí, sueles aparecer porque te busco y busco como a nadie puedo buscar. Te busco en mis tierras, y en mis tierras no estás, no físicamente al menos. Te busco en los mares de mis tierras, en los mares no te encontraré. Te busco en los cielos del mundo, nunca te he encontrado ahí, y aunque pienso que no estás, o que vuelas muy alto y no puedo alcanzarte por lo capaz que eres de subir para hacerme seguirte, o pienso yo que es así.
Siempre decido buscarte en los sitios menos pensables, siempre imagino que estás en llanos y en prados, en playas y montañas y en cuevas oscuras en las que nunca estás y nunca estarás por miedo a no encontrarte más con la luz, pero, solo imagino que estás ahí. No sé porque nunca se me ocurre buscarte en el sitio en el que siempre sé que estás, al final siempre estás ahí, escondida entre muros y muros alejados de mis tierras. Siempre estás a otro piso térmico que vale la pena recorrer y hacer camino para hallarte, pasar del agobiante calor al punzante frío de las áreas desconocidas, solo para encontrarte y sacarme de ese cuarto y verme en libertad, libertad que no gozo, a pesar de que la tengo.
Todos tenemos ideas de libertad, de aires de libertad y de rebeldía, de hacer no por hacer, sino porque te nace hacerlo y lo quieres hacer con todo lo que tienes encima de tu cuerpo, hasta el punto en que tus ropajes se separen de ti, solo por ser libre y poder respirar ese aire que tanto anhelas sin ninguna atadura al mundo habitual y monótono en el que llegues a habitar.
Mi aire de libertad es simple y es complicado, es real y es ficticio, es común y raro hasta el punto de que no te esperas algunas de las cosas que pasarán. Es un aire que me rodea y me hace sentir ligero, que puedo volar y atravesar todo lo que se me ponga en frente sin romperlo ni causarle ningún rasguño. Me hace sentir que me separo de todo, de lo carnal, de lo espiritual y me convierte en energía pura, capaz de dar vida todo lo que esté muerto, un aire que me hace pensar cómo se siente ese tal Dios en su trono, y cómo me siento yo en mi mundo libre.
Pero el detalle de ese aire de libertad que tanto me encanta es que no es libre, irónico, pero cierto. Está encerrado, está junto a mí en el cuarto, escondido del mundo, donde la única llave que puede abrir la puerta eres tú.
¿Qué llave es? Pregunta mi conciencia, otra vez. Es una mujer hermosa, delgada y de facciones hermosas, que solo ella puede entrar por la hendija de la cerradura de la puerta de acero inoxidable que me tienen preso, esa hendija, o mis oídos, como quieras llamarle. Una mujer con vida, una mujer que tiene la capacidad de hacer lento el tiempo, volverlo relativo o adelantarlo con un abrir y cerrar de ojos, con una simple palabra. Una mujer que decide, que está y no está, pero que al final siempre estará para liberarme por completo. Pero que al final, también tiene mi “problema de libertad”.
La última vez que nos liberamos de nuestras cadenas, nos volvimos energía positiva y negativa, energía que viajó sobrevolando los océanos, navegando las tierras y caminando en los cielos. Nos volvimos ases de luz en el cielo, de distintos brillos y texturas, que cuando chocaban se volvían una forma abstracta luchando por tener forma y un espacio en el mundo.
La última vez que nos liberamos fuimos felices, viajamos de tu prisión a nuestra libertad, paseamos por rincones en los que suelen pasear las almas perdidas, las almas presas, las almas torcidas, las que tienen un brillo enorme, y las almas enamoradas, que recorren las cuevas del mundo tomadas de las manos. Conciencia pregunta cual alma fuimos, fuimos todas las almas. Somos todas las almas y a la vez ninguna y una alma.
La última vez que nos liberamos fue durante tiempos eternos que sí acabaron, pero que tiempos fueron, que vida es y que agradable es el placer de ser libre junto a Ti.
La próxima vez que nos liberemos, será el fin del tiempo como la vida lo conoce, porque dejará de ser el tiempo y será nuestro tiempo.

"Dicen que vuela por el cielo una estrella
que vendió su alma a un diablo poeta.


Dicen que a cambio tan solo pedía
que la luna llena brillara para ella.


Alivia ese dolor o quítame la vida
con tu boca, o quítame ta vida.


Déjame ver el color o quítame la vida
de tus ojos, o quítame la vida.


Dicen que existe un amargo veneno,
con sabor a limón y que huele a centeno.


Dicen los sabios que ese fue el secreto
que perdió a la estrella detrás de algún cometa.


Cuenta la historia que la luna llena
pasó mucho tiempo brillando para ella.


Y loca la estrella pasaba las noches
bailando en las nubes con el diablo poeta."


-Pau Donés-